Está claro que una buena manera de encontrar historias misteriosas y extrañas que involucren a animales más o menos formidables, es bucear en las diversas mitologías y tradiciones de las culturas antiguas.

Podría decirse que no falta una en la que poder hallar algún relato de los que aquí nos gustan, con el que hacernos preguntas.

Es el caso por ejemplo del hinduismo, con una gran variedad de leyendas que en no pocos casos tienen como protagonistas a criaturas fabulosas como la que nos ocupa hoy, el venerado Makara.

Es este un ser al que se le considera mensajero o vehículo de los dioses, especialmente de dos de ellos, Varuna, el dios del mar y Maa Ganga, la diosa del río Ganges.

Se pensaba que se constituía en una especie de línea de transporte para ellos llevándolos y trayéndolos por el agua, de un lugar a otro. Por ello también se le tenía por responsable de maremotos y tsunamis, provocados cuando está enfadado.

Eso podía suceder tras alguna confrontación con los dioses o si tenía que defender su territorio, pero en realidad no se le tiene en ninguna referencia como un ser agresivo, a diferencia de otros relacionados con la mitología acuática, que suelen considerarse un mayor peligro para los humanos.

De hecho, en algunos aspectos la criatura era reverenciada pues se pensaba que otra de sus funciones era precisamente la de proteger a los hombres de esos otros monstruos más peligrosos.

Sus principales representaciones hablan del Makara como un animal híbrido mitad acuático, mitad terrestre.

Su cabeza suele ser equiparada a la de un elefante o un dragón, en alguna ocasión incluso un cérvido, mientras que el resto del cuerpo lo tiene similar al de una ballena o pez, pero en general es más asimilado al de un cocodrilo.

Estas diferencias pudieran estar motivadas por el hecho de que en las tradiciones que nos han llegado se afirma que el ser puede cambiar de forma según le sea necesario.

Por otra parte, la traducción de su nombre nos da ya unas pistas sobre su constitución pues viene a significar algo así como “bestia acuática” o “dragón de agua”.

Hay que tener en cuenta además que tiene su importancia astrológica, pues el Makara es también la representación del signo de Capricornio.

Es asimismo el guardián de las puertas, portales y umbrales, por ello está frecuentemente representado en los templos y otros monumentos, en forma de esculturas, relieves o hasta gárgolas, no siendo raro hallarlo también en los nacimientos de fuentes de agua naturales, a modo de protección.

Al aparecer en las paredes y techos exteriores del templo se le consideraba un símbolo de la lluvia que sube y baja. O en otras ocasiones, a través de un arcoíris, se le asociaba a un vínculo entre la tierra y el cielo a modo de escalera cósmica.

Es remarcable que esa capacidad protectora que se le atribuye para edificios y personas de la que hablamos, se plasma también a nivel particular de las gentes, pues son muy populares los objetos decorativos para las casas con su figura, o incluso los adornos personales tales como pulseras o colgantes.

Pero la creencia en esta criatura ha llegado a traspasar hasta el terreno religioso, pues aunque su origen parece estar efectivamente en tradiciones hinduistas, acabó por saltar también a la mitología budista.

Por ello, además de en los templos y edificaciones hindúes, hoy en día podemos encontrar la figura del Makara en muchos otros a lo largo de Indonesia, Tailandia, Camboya, Sri Lanka y en general buena parte del sudeste de Asia.

No cabe duda por tanto de la importancia de este ser para esas culturas, que ha persistido y se ha mantenido a lo largo del tiempo.

Hoy en día, hay estudios que querrían identificar el origen de estos mitos con animales más mundanos que pudieron habitar esas zonas en tiempos pasados. En concreto se hablaba de algún lejano pariente de la familia de los manatíes, que pudiera haber dado lugar al nacimiento de la tradición, aunque no hay muestras biológicas o históricas más precisas, que hayan relacionado ambas cosas con claridad.

Pero de todas formas, las creencias se mantienen, hasta el punto de que en las nuevas construcciones que se proyectan en lugares de la zona, si se hacen siguiendo el estilo tradicional no es raro que se acaben incluyendo relieves o figuras del Makara en los acabados de las estructuras.

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