En el relato de hoy, conoceremos a un animal que, podríamos decir, fue capaz de encontrar la más original de las maneras para conseguir que le ayudaran cuando más falta le hacía, logrando así salir adelante en unos momentos que en otras circunstancias seguramente habrían representado su final.

La historia que nos interesa comenzó en 2009, aunque previamente había tenido un prólogo que curiosamente conformaba un camino con un cierto éxito.

Su protagonista es un caballo, en concreto uno de carreras, que fue bautizado con el nombre de “Metro Meteoro”. En sus años de competición, el animal logró ganar ocho carreras y obtener alguna popularidad, incluso hizo ganar a sus propietarios más de 300.000 dólares en premios.

Sin embargo, allá por 2009, como anticipaba antes, el equino cayó enfermo y algunas lesiones que sufría en sus rodillas delanteras se agravaron hasta el punto de identificarse como crónicas. Eso hizo que la carrera de Metro Meteoro llegara a su fin y que además su futuro se presentara incierto.

Ron, Wendy y Metro.Sin embargo, en aquel momento se cruzaron en su camino los que a la postre serían sus ángeles de la guarda. El matrimonio formado por Ron y Wendy Krajewski, estaban precisamente buscando un caballo para adoptar y que pudiera servir para pasear a Wendy, pues siempre habían tenido ese deseo.

Residentes en la famosa localidad de Gettysburg, en Pennsylvania, se enamoraron de Metro Meteoro, al que acortaron el nombre dejándolo únicamente en “Metro” y pusieron en marcha los trámites para hacerse con su propiedad.

El animal les encantó, pero desgraciadamente a los pocos meses se dieron cuenta de que quizá no les habían dado toda la información y el caballo estaba peor de lo que les dijeron.

Optaron por hacerle unas pruebas veterinarias que confirmaron que eso era así. En primera instancia les recetaron un tratamiento y unas sesiones de rehabilitación, aparte de unas herraduras ortopédicas y así estuvieron varios meses.

Metro en cura.Sin embargo, entrado ya el 2012, unas radiografías les trajeron el desalentador diagnóstico de que las articulaciones de sus rodillas se estaban soldando entre sí, lo que haría ya imposible que Wendy volviera a montar a Metro y dificultaría notablemente su movilidad.

De hecho, el veterinario les advirtió que cuando el proceso finalizara como en un año, el animal se convertiría en un inválido y habría que sacrificarlo.

Ron y Wendy estaban desolados pues querían mucho al animal y no querían resignarse a tan triste final, pero no sabían qué más podían hacer.

Desde luego, lo que estaban lejos de imaginar es que la posible solución iba a venir de la mano del propio Metro, cual si se diera cuenta de que tenía que hacer algo para ayudarse a sí mismo.

El caso es que Ron era un estimable pintor y de hecho vendía la mayoría de sus obras. Alguna vez había hecho retratos del propio Metro y el hombre había notado que el caballo le miraba con suma atención cuando pintaba y movía significativamente la cabeza arriba y abajo como esperando algo.

Metro pintor.Un buen día, a Ron se le ocurrió casi como broma, ponerle a Metro uno de sus pinceles en la boca y acercarle un lienzo. Para su sorpresa, el caballo comenzó a su modo como a querer imitarle y a dar pinceladas en el blanco lienzo.

Entonces, el hombre, picado por la curiosidad, comenzó a acostumbrarle al lienzo y a los pinceles para ver hasta qué punto podían llegar, comprobando que si él le iba facilitando pinceles y pinturas el caballo parecía querer hacer un cuadro.

El pintor, como experto, se dio cuenta de que combinando colores, con esas pinceladas aparentemente caóticas y deslavazadas, el caballo parecía sin embargo ser capaz de componer conjuntos abstractos que tenían una cierta belleza.

De esa forma, el caballo realizó cuatro cuadros diferentes y entonces Ron tuvo una idea que sería decisiva. Normalmente exponía sus cuadros a la venta en una galería local y esta vez llevó como experimento los de Metro, pero sin decir a nadie cómo habían sido pintados.

Metro posando.Para su asombro, los cuatro cuadros del animal se vendieron en la primera semana que estuvieron expuestos. Ron y Wendy se habían informado sobre una técnica pionera que podría devolver la salud a su querido caballo, pero que ellos no podían costear. Ahora, el hombre se dio cuenta de que el propio animal había dado un paso decisivo para lograr acceder a esa posibilidad.

Metro vivía en un establo muy cerca de la casa del matrimonio y al que se acercaban cada día. Allí, le prepararon un pequeño taller, tras contar el marido a su mujer su innovadora idea.

Ron comenzó así a establecer una serie de sesiones con el caballo dedicadas a pintar, con el resultado de que los cuadros así realizados siguieron vendiéndose. Llegado este punto, Ron acabó por revelar su secreto y pronto el bueno de Metro adquirió una gran popularidad local.

Pintura 1.Y lo curioso es que además la gente siguió pidiendo obras suyas. La cosa iba bien, pues el matrimonio comenzaba a tener unos ahorros que les acercaban a ofrecer una cura a su amigo cuadrúpedo.

Y todo se disparó cuando en 2014 la televisión local les realizó un reportaje que después fue retransmitido por otras emisoras a nivel nacional.

Los Krajewski se vieron desbordados por las llamadas y casi sin darse cuenta tenían una lista de espera de peticiones para cuadros de más de 200 personas en toda la nación.

Gracias a eso pudieron por fin probar ese tratamiento con un medicamento especial que le inyectaron directamente en las articulaciones de las rodillas. En poco tiempo, nuevas radiografías revelaron que el crecimiento óseo anormal se había ralentizado hasta casi detenerse.

Al final lo habían logrado, y a partir de ahí Metro consiguió recuperar una calidad de vida óptima, si bien no para volver a competir, sí para hacer una vida prácticamente normal con sus amigos humanos.


Y lo extraordinario del caso es que él mismo había sido el artífice de lograr encontrar la solución que le permitió conseguir ese gran cambio vital.

Desde entonces han seguido profundizando en ese arte tan particular y han sido ya decenas los cuadros realizados, o bien por Metro íntegramente, o por Ron y su caballo al alimón.

Incluso han perfeccionado su método de trabajo, según lo que Ron ha ido observando que prefiere hacer Metro.

Metro y Pork Chop.Curiosamente, los Krajewski tienen otro caballo que compraron como compañero para Metro en un intento más de ayudarle en su mala época y al que llamaron “Pork Chop” (Chuleta de Cerdo). Sin embargo con este último no ha habido manera de conseguir algo siquiera remotamente parecido a lo que hace Metro, pues ni siquiera han conseguido que mantenga el pincel en la boca.

Pero con su caballo pintor es diferente. Han montado un pequeño estudio de pintura en el establo del equino y ese es su lugar de trabajo.

Dedican dos días a la semana a pintar y lo hacen en sesiones combinadas con varios lienzos a la vez. El caballo pinta un par de minutos en uno y luego pasan a otro diferente para repetir el proceso alternando unos y otros, logrando así composiciones diferentes.

En total están entre 20 y 30 minutos y luego pasean un poco hasta la siguiente sesión. Con ese método han conseguido mantener una producción sostenida, hasta el punto de que según explica Ron, siguen vendiendo unas dos pinturas por semana de media.

Según explica Ron desde sus conocimientos pictóricos, el caballo utiliza unas pinceladas que no son comparables a las que podría producir una persona, pues son más aleatorias y menos meditadas.

Pero cuidado, porque en algún medio se han llegado a comparar sus pinturas, en cuanto a su estilo, con las de Jackson Pollock, famoso por su singular técnica para utilizar las salpicaduras de pintura en sus obras.

Pintura 2.Pintura 3.De hecho no es raro que consigan precios de venta para sus cuadros de hasta 500 dólares, con lo que pueden mantener a sus dos caballos holgadamente.

Y por si fuera poco, aparte de ayudarse a sí mismo, a su compañero y a sus dueños humanos, Metro ha ayudado también a otros muchos caballos, pues los Krajewski donan la mitad de sus ganancias a una ONG llamada New Vocations (Nuevas Vocaciones), dedicada a socorrer, cuidar y recolocar a antiguos caballos de carreras cuando terminan su época de competición. Hasta la fecha han donado más de 80.000 dólares, suma con la que han recibido apoyo más de 60 caballos.

Según Ron, no cabe duda de que a Metro le encanta pintar y a sus 14 años no parece que quiera ni vaya a querer dejar su afición, que Ron comparte con él encantado, con la misma ilusión y asombro que el primer día.

Los cuadros que ilustran esta entrada son de los realizados íntegramente por Metro y si os interesa, podéis ver más sobre esta singular familia, o incluso encargar alguna pintura,  en su propia página web: www.paintedbymetro.com.

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