Como ya hemos comentado en otras ocasiones, hay momentos en los que el misterio se da en situaciones de la propia Naturaleza, simplemente porque lo que sucede parece ir en contra de sus propias leyes o de lo que todos entenderíamos como normal.

Pero tan caprichosa como impredecible, esa apasionante Naturaleza no para de jugar con nosotros ofreciéndonos escenas que nos hacen parpadear varias veces para comprobar que no estamos soñando.

El caso que os quiero contar hoy viene a estar sin duda dentro de esos juegos, puesto que narrándolo a priori nadie pensaría que la historia hubiera podido tener lugar y más bien creería que se trata de una invención.

Sin embargo, realmente sucedió y cuando os diga los protagonistas vais a comenzar a parpadear de incredulidad. O mejor todavía, comenzaré a narrar la historia y dejaré que ellos aparezcan en su justo momento.

Los hechos que luego se han dado a conocer ampliamente, tuvieron lugar originalmente en la región india de Guyarat, la ubicada más al oeste del país, a principios del verano de 2002.

Allí un humilde ganadero cuidaba de sus pocos animales, vacas en concreto, pues eran el sustento de su familia.

Viviendo en una zona rural apartada, no le faltaban preocupaciones, como las meteorológicas, algún posible ladrón o más cotidianamente los animales salvajes que pudieran causar algún daño a sus vacas.

En concreto, algunos otros habitantes vecinos habían tenido problemas con algunos elefantes y también había sido visto por el lugar algún leopardo, habiéndose producido algunos ataques a animales de la zona, cosa esta que preocupaba más a nuestro hombre.

Algunas noches incluso llegaba a apostarse fuera de su casa velando la zona vallada en la que pernoctaba su ganado.

De hecho, a petición de los lugareños, los funcionarios locales habían organizado una serie de batidas logrando capturar un ejemplar que resultó ser una hembra preñada, a la que soltaron posteriormente en una zona salvaje alejada de las viviendas humanas.

La situación se tornó tranquila hasta que unos pocos meses después de nuevo surgieron noticias de avistamientos de un esquivo felino.

En una temporada concreta, nuestro hombre llegó a percibir rastros de un leopardo por las mañanas, pero no conseguía ver nada por las noches y dado que había tenido un par de terneros, empezó a preocuparse en extremo.

Hasta que una noche presenció algo tan increíble que le dejó de piedra. Tanto que ni siquiera dijo nada a nadie hasta que la siguiente noche volvió a contemplar la misma escena y todavía otra noche más.

Para entonces, los funcionarios de vida silvestre estaban de nuevo por la zona y el hombre fue a contarles su historia. Nadie le creía, pero como el hombre parecía tan convencido, decidieron hacer unas comprobaciones.

Como hoy en día la tecnología ha acabado llegando a casi todos los rincones de nuestro mundo por humildes que sean, instalaron unas cámaras de foto trampeo para poder dejarlas durante la noche en el vallado.

A la mañana siguiente comenzaron a revisar las imágenes y en efecto pronto comprobaron para su inmensa sorpresa que las cámaras habían tomado algunas y que la historia del hombre, a pesar de parecer una invención, era del todo cierta.

Pudieron ver que efectivamente un leopardo se había introducido en el vallado y pudieron observar cómo se acercaba a una de las vacas tendidas en el suelo descansando, pero lo que no podían creer es lo que la siguiente tanda de imágenes iba a revelar.

El leopardo se acercó sigiloso a centímetros de la vaca, pero no la atacó ¡Se tumbó tranquilamente junto a ella!

La vaca a su vez se puso a lamer al felino que agradecía con gusto las caricias. Y así juntos parece que pasaron la noche, hasta que llegó el amanecer y el leopardo tomó de nuevo rumbo a la selva.

Posteriormente pudieron comprobar que el episodio de la visita se había repetido de forma muy similar noche tras noche. El leopardo acudió de nuevo junto a la vaca, ignorando a las demás, incluso a los terneros y siendo también ignorado a su vez por los rumiantes.

Ni el gran gato mostraba en momento alguno la más mínima intención depredadora ni las vacas señal de alarma.

Durante varias noches consecutivas, el leopardo acudió a pernoctar tranquilamente junto a su amiga vacuna y era evidente que ambos animales se encontraban bien y tranquilos en su mutua compañía.

Los funcionarios pudieron determinar que el leopardo en cuestión era un hembra y todavía joven. Es un misterio en qué momento felino y bóvido interactuaron por primera vez, pero era evidente que en cierta forma, tenían una relación casi como de madre e hija y de hecho pensaron que pudiera ser hija biológica de la hembra capturada meses atrás.

Los expertos creen que quizá la felina quedó apartada de la madre al ser destetada y por alguna extraña razón acabó encontrando a la vaca, que la acogió como la cría que era y ahí comenzaron a forjar su maravillosa relación, o también que ya aquella primera hembra tenía alguna relación con el bóvido y acostumbró en el inicio a la cría a su cercanía.

Hasta se dijo entonces que pudiera haber sido posible que llegara a ser amamantada en alguna ocasión por la vaca, pero ninguna de todas estas posibilidades pudieron ser observadas en su día.

Lo curioso es en qué forma el leopardo se había desenvuelto y cazado hasta ese momento, pues evidentemente esas enseñanzas no pudo recibirlas de la vaca, por lo que tuvo que ser su propio instinto, puesto a prueba de manera determinante, lo que le hizo sobrevivir, ya que el leopardo adulto no se volvió a observar por allí.

Y, por qué no, puede además que el hecho de saber en cierta forma que contaba con una familia, le ayudara también a prosperar.

Durante los siguientes meses, el leopardo siguió visitando de cuando en cuando a la vaca, mientras al parecer vagaba por la zona y aunque muchos habitantes de poblados vecinos acudían hasta allí con la intención de poder ver a tan increíbles amigos, la verdad es que el felino parecía un fantasma y sus visitas resultaron siempre sigilosas.

También había gente que no quería al depredador en sus tierras, por lo que los funcionarios hicieron varios intentos por atraparlo, pero resultaron infructuosos. En febrero de 2003 parece que se registró la última visita anotada, aunque a veces seguían apareciendo huellas en la tierra fresca por la mañana.

Posteriormente a esa fecha, hubo también en la zona indicios de la presencia de un leopardo adulto, huellas, restos de presas, pero se desconoce si era la misma hembra que todavía se movía por la zona.

En cualquier caso la asombrosa historia de la amistad entre el herbívoro y el depredador, entre la vaca y el leopardo, quedó en la memoria colectiva de los habitantes del lugar y sigue siendo narrada todavía hoy en día.

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