Creo que no voy descubriros nada si os digo que sin duda una de las estrellas del misterio criptozoológico es el mítico y famoso Yeti, el “hombre” de las nieves.

Envuelto todavía en el misterio, esta criatura pertenece desde hace incontables generaciones al imaginario colectivo de los pueblos del Himalaya, que le asignan un lugar preferente en sus mitos y leyendas.

A lo largo de los años. Se han ido sucediendo informes y testimonios de lo más variopintos, en los que se describen hallazgos de supuestos rastros o encuentros con el esquivo ser, pero no se han obtenido pruebas gráficas o de otro tipo que resulten incontestables en la tarea de desentrañar el misterio de tan enigmático posible pariente lejano nuestro.

Pero hace unos meses, saltaba a los medios una noticia que aportaba un punto diferenciador nada habitual puesto que venía de una fuente oficial. El hecho en sí mismo tuvo lugar el 9 de abril, pero se dio a conocer a finales de ese mes.

Se trataba de la afirmación de que un grupo de hombres que estaba en una remota zona del Parque Nacional Makalu-Barun, en la línea fronteriza con Nepal, había descubierto rastros en la nieve del paso de algunos seres que dejaron unas huellas que aparentaban indicar un modo de desplazamiento bípedo, al igual que nosotros.

El tamaño y forma de dichas huellas, les vino a decir además que las criaturas eran de un tamaño y peso muy superiores a la media humana, por lo que el grupo no tuvo ningún reparo en identificarlas positivamente como pruebas de la presencia de un pequeño grupo de Yetis en aquellos parajes.

Para dar más datos, las huellas que pudieron estudiar más claramente, pues otras estaban menos claras debido a las inclemencias meteorológicas, evidenciaban unos pies de tipo humano en donde se marcaban cinco dedos, pero su tamaño era desmesurado puesto que era de 81 X 38 centímetros y estaban además más hundidas en la nieve fresca de lo normal, lo que evidenciaba un peso también superior al nuestro, quizá doblando la media humana.

Lo novedoso en la noticia era que esos testigos no eran unos excursionistas sin más, sino una patrulla de operaciones especiales de montaña del ejército indio, de maniobras por la zona.

Y lo que terminaba de dar un aire diferente a la historia, es que el encargado de lanzar la noticia a los medios a bombo y platillo a través de su cuenta oficial de Twitter, fue el propio Ejército de la India, en concreto su Dirección General de Información Pública.

Como os podéis imaginar, que una institución oficial y aparentemente tan poco dada a las bromas como pueda ser el Ejército regular de un país, dé alas a una noticia así y afirme que esas huellas son del Yeti, dando por tanto naturaleza probada a su existencia, levantó un tremendo revuelo en los medios.

Para ser sinceros, la verdad es que en lugar de valorar que una institución oficial hiciera esas afirmaciones, el sentir más generalizado en la red resultó ir en dirección contraria y el Ejército indio se convirtió en el centro de todo tipo de memes y burlas.

Tampoco dentro de la comunidad científica se pudo encontrar un apoyo concreto, pues la mayoría prefirió, o bien ponerse de perfil, o sumarse a las risas.

Los militares que estuvieron presencialmente allí y que son los únicos que pudieron ver y estudiar todos los rastros de primera mano, siguieron empeñados en que sus conclusiones eran correctas y las explicaciones que habían dado eran las que mejor podían explicar sus fotos y mediciones sobre el terreno.

Por el contrario se les reprochaba principalmente que lo que mostraban esas fotos parecía indicar que la ruta seguida no era propia de un bípedo y más parecía, por la distancia entre huellas y su posición relativa, de alguien que anduviera a la pata coja, lo que hacía que el conjunto no se viera muy natural.

También les surgieron detractores dentro de su propio gremio, pues, a su vez, el Ejército del vecino Nepal emitió un comunicado oficial diciendo que a la vista de las fotos, sus especialistas pensaban que lo que allí se veía era un rastro de osos, con las huellas desdibujadas por los elementos, lo que podía haber inducido a confusión a sus colegas indios.

Los indios se confirmaron posteriormente en sus conclusiones y más o menos ahí quedó todo, pues tampoco se ha vuelto a hablar mucho más del asunto. De hecho he esperado unos meses desde que salió la noticia, precisamente en la espera de que surgieran datos nuevos, pero no ha sido así y me da que será como nos vamos a quedar.

Hay que tener en cuenta que las pruebas eran unas huellas en la nieve que obviamente no se conservaron y de las que únicamente podemos tener testimonio a través de las fotos y el relato de los que allí estuvieron, pero no ha habido ocasión de contrastar la información de alguna otra manera.

Pero tampoco hay que dejar de hacer notar que los protagonistas de la noticia eran militares especialmente entrenados en esos entornos y que los conocen perfectamente. Es cierto que alguno de ellos, a nivel personal, sí podría haber gastado una broma a familia y amigos en sus propias redes, pero también se antoja muy rebuscado que toda la unidad decida gastar una broma así a sus superiores, pues no olvidemos que se trata del Ejército, no de un colegio.

Todavía más raro parece pensar que a su vez los altos mandos militares decidan seguir la guasa a los soldados y opten por tomarle el pelo deliberadamente al mundo mundial. Eso no quita para que todo el caso haya partido de algún error involuntario de identificación, pero me temo que no podremos saberlo.

De todas formas, a lo largo del texto habéis podido ver las fotografías de la discordia, por lo que, como siempre, espero que tengáis suficiente para formaros vuestra propia opinión.

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