Muchos amantes de los gatos hemos sufrido en alguna ocasión ese momento en el que tu minino desaparece.

Animales curiosos e inquietos por naturaleza, todos mantienen el instinto de explorar e investigar, hasta los que viven en un piso. Eso hace que si tienen oportunidad puedan querer llegar más allá de su territorio habitual y perderse por algún tiempo.

Cuando digo perderse, no quiero significar necesariamente desorientarse pues eso es más raro que ocurra. Simplemente sucede que encuentran algo realmente interesante que quieren explorar por más tiempo y eso les hace “olvidarse” un poco de volver a su residencia habitual.

Muchos hemos efectivamente comprobado como aquel gatito que pensábamos que había desaparecido vuelve a nosotros como si tal cosa, unas horas o un par de días después.

Qué no decir en época de celo y sobre todo en animales que no estén esterilizados, cuando tengan relativamente cerca a más de su especie.

Sin embargo también es cierto que sí puede ocurrir que algo imprevisto, algún susto o elemento traumático, hagan que el gato pueda llegar a perder su orientación por concentrarse en evitar aquello que le puso en alerta y le sea más complicado regresar a casa cuando lo desee.

En momentos así, nosotros los humanos intentamos poner en marcha nuestras capacidades para localizar al amigo perdido, recorremos las calles, caminos o campos, ponemos carteles y recurrimos a las redes sociales.

Sin embargo, resulta que quizá también podríamos hacer otra cosa que normalmente nadie hace ni seguro que se le hubiera ocurrido hacer, pero si nos atenemos a una antigua leyenda, pudiera ser de gran ayuda.

Japón en un país con una gran tradición de aprecio a los gatos. Son muchas las historias sobre ellos de tipo cultural,  o religioso y es un animal que siempre ha estado muy presente para los japoneses siendo integrantes importantes de su mitología.

Recordemos por ejemplo los hoy en día famosos cafés con gatos, locales en los que puedes tomarte tu cafetito mientras disfrutas de los gatunos que por allí pululan y viven tranquilamente. Extendidos hoy por Europa y América, son de hecho una invención japonesa.

O podemos citar como segundo ejemplo la famosa isla de Aoshima, la llamada “isla de los gatos” por los centenares de ejemplares que viven allí y que son cuidados por los residentes, habiéndose convertido en un reclamos turístico, hasta el punto de que existe un ferry que hace excursiones diarias a la isla.

Esta es la más famosa y conocida, pero no la única, pues se cuentan hasta otra decena más con características parecidas.

Os cuento todo esto porque esa leyenda de la que os hablaba unos párrafos atrás es precisamente de origen japonés.

Y según nos dice, ¿Qué es lo que deberíamos hacer si nos encontramos ante la preocupante situación de que nuestro querido minino se ha perdido y ha desaparecido?

Pues estad atentos y tomad nota puesto que lo nos anima a intentar os va a sorprender.

Según la leyenda, lo que debemos hacer es ir sin demora al encuentro de todos los gatos del barrio o de la zona que podamos encontrar y dirigirnos a ellos.

Sí, dirigirnos a ellos, hablarles como lo haríamos preguntando a cualquier persona, para saber si han visto a nuestro gato y darles por supuesto todo lujo de detalles.

Describirlo convenientemente, su fisonomía, tamaño, el color de su pelo, cualquier detalle que sirva para identificarlo, hasta decirles con qué nombre lo conocemos nosotros.

Explicarles que lo estamos buscando y que lo echamos de menos y no hay que olvidarse también de recordarles dónde está nuestra dirección.

Los gatos son bastante comunicativos entre ellos cuando interactúan y la tradición dice que pasarán el boca a boca de modo que al final entre ellos encuentren al minino perdido y le ayuden a volver a casa.

A estas alturas es probable que algunos penséis que he debido beber algo fuerte antes de escribir esta entrada, pero lo cierto es que la leyenda es tal cual os la cuento.

Pero lo más increíble es que en todo Japón hay testimonios de personas que la han puesto en práctica y han visto cómo sus gatos perdidos han regresado a casa al poco después de hacerlo.

Sea casualidad o no, para estas personas tuvo su efecto y hay bastantes que conociendo esos testimonios los creen también veraces, opinando que efectivamente el haber procedido así tuvo que ver en la vuelta de los gatos y el resto de felinos tomaron parte activa para que esas historias tuvieran un buen final.

Obviamente, desde una óptica racional resulta un tanto aventurado afirmar eso a pies juntillas, pero, la verdad, en un momento así tampoco creo que esté de más hacer la prueba por si acaso.

No sería la primera vez que los gatos nos sorprenden con capacidades que nos dejan con la boca abierta y esta podría ser otra más de ellas.

Y para terminar, si algunos de los que leáis esta entrada estáis pasando precisamente por esa circunstancia de haber perdido a vuestro amigo gatuno, espero de verdad que con la  leyenda o sin ella, vuestro peludo regrese sano y salvo.

Categorías: Criptozoología