Cuando te mueves en el mundo del misterio, llegan a tu conocimiento todo tipo de historias con sus respectivos pormenores y su mayor o menor grado de credibilidad o fiabilidad, en función de múltiples factores.

Los supuestos hechos que acabas conociendo tienen a veces tintes casi surrealistas, como sucede en el extrañísimo caso que os vengo a comentar en las siguientes líneas, sucedido en tierras españolas en el siglo XVIII.

Vaya por delante que son contadas con los dedos de una mano y casi sobran, las referencias o pistas que circulan por ahí al respecto, lo que hace realmente complicado llegar a profundizar en el asunto todo lo que sería deseable.

Hasta el punto de que esta es una de esas ocasiones en las que llegas a pensar si no será todo un simple producto de ficción creado sin tampoco muchas expectativas y por ello lo difuso que resulta todo, mucho más que en otras ocasiones.

Pero de todas formas, os transmitiré lo que he llegado a conocer sobre esta particular historia. Debemos remontarnos al año 1762 y ubicarnos en la albaceteña localidad de Almansa.

Según la escasa información disponible, habitaba entonces en la localidad un vecino llamado Luis Gascón, que habría pasado por ser un vecino más, de no ser por una delirante y onírica “mascota” que al parecer poseía.

Él la llamaba su “bolica negra” y si hacemos caso a su descripción habremos de convenir que todo el asunto presenta un tinte importante de locura, puesto que al parecer, el incalificable ser era una mezcla entre animal y canto rodado, con forma esférica, de color negro brillante con unos treinta centímetros de diámetro, dos pequeñísimos ojos también negros y una estrecha boca que más parecía una rendija.

Para colmo de extrañeza, la criatura se alimentaba únicamente los viernes y su comida era nada más y nada menos que dos litros de sangre fresca que Luis le servía puntualmente en un  cuenco de barro.

Y para redondear el cuadro, resulta que al parecer la bolica negra era capaz de leer los pensamientos de los hombres, por lo que el avispado Luis pronto acabó conociendo todos los secretos, la vida y milagros, de sus convecinos.

En un primer momento eso al parecer le sirvió para lograr conquistar a varias mujeres de la localidad, pero pronto cayó en la cuenta de que también podía sacar partido económico de la situación, por lo que se acabó convirtiendo en una especie de adivino al que acudía la gente de los alrededores para buscar consejo y por supuesto aprovisionar la cartera de Luis.

Parece que su popularidad en la región aumentó, pero con ella también la desconfianza y la envidia de los demás. Por ello, alimentado por maridos celosos y gente que se sentía traicionada al haberse visto descubiertos sus secretos o no haberse cumplido sus expectativas, un nuevo sentimiento menos amistoso hacia Luis, fue creciendo a la par en la sombra.

De esa forma se acabó llegando a un punto en el que los vecinos terminaron acusando a Luis Gascón de brujería y de manipular para su beneficio a hombres y mujeres. Viendo lo que se le venía encima y como tenía aprecio a su pellejo, nuestro protagonista hizo lo que mejor creyó que le libraría y según cuentan se deshizo de la bolica negra, sin que jamás llegara a revelar a nadie de qué forma o en qué lugar llevó a cabo el proceso.

Según el relato, sin la prueba física principal disponible el hombre efectivamente logró capear la acusación, aunque nunca volvió a ser una persona apreciada en la localidad, por lo que a partir de ahí todo se convirtió en leyenda.

Sobre este extrañísimo caso he podido realizar algunas indagaciones dentro de mis posibilidades y por la zona de Almansa no he logrado encontrar registros sobre esa persona, ese Luis Gascón, ni sobre sucesos llamativos que quedaran reseñados en la localidad por esas fechas.

Creedme si os digo que es realmente complicado encontrar fuentes que arrojen algo de luz sobre esta confusa historia. Ni siquiera, como os cuento, en registros oficiales o de prensa, modernos o antiguos, se encuentran referencias claras sobre el particular, cuando entiendo que unos sucesos tan absolutamente fuera de lo normal deberían haber llamado mucho más la atención y haberse conservado con claridad en la memoria colectiva en forma de escritos, noticias, testimonios o cualquier otra clase de rastro que recordase algo tan inusual.

Por ello y como os sugerí también al principio, no es tampoco descabellado imaginar que toda la historia no sea más que el producto de ficción de la mente de algún imaginativo autor, tampoco identificable como tal, que recibió después una exigua atención a sus ideas, de ahí que la difusión  y extensión de unos supuestos hechos tan llamativos, habida cuenta de los tiempos en los que estamos en los que cualquier cosa se hace viral rápidamente, haya sido puramente testimonial y casi inexistente.

Tampoco he logrado encontrar referencias a casos o criaturas medianamente similares en otras épocas o partes del mundo, por lo que a todos los datos extraños del caso habría que añadir su singularidad.

De cualquier forma, yo os presento lo que ha llegado a mis manos, de manera que al menos conozcáis la supuesta historia y podáis sacar vuestras propias conclusiones sobre el particular.

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