Estoy seguro de que no os descubro nada nuevo si os menciono la legendaria relación de los gatos negros, desde luego nada beneficiosa para ellos, con lo oscuro, la brujería y las presencias malignas.

En Europa en especial y desde la época medieval principalmente, son innumerables los pueblos y culturas que cuentan con leyendas inquietantes sobre estos felinos.

Para esta ocasión vamos a detenernos en antiguas historias escocesas, con su reflejo también en Irlanda, que parece provienen de la tradición celta y que nos hablan de un misterioso ser gatuno.

Al parecer su zona de influencia principal se encuentra en el territorio de las Highlands escocesas. Allí, esta mítica criatura es conocida con el nombre de “Cait Sith”, nombre procedente de la lengua gaélica escocesa. Los irlandeses también le conocen como “Cait Sidhe”.

El vocablo cait, era el usado para gato, mientras que sith, o sidhe, denominaba a una especie de seres mitológicos asociados con las hadas, por lo que podríamos decir que el nombre completo de estos seres vendría a ser el de Gatos Hada.

Los cait sith son descritos como unos enormes gatos negros, más bien del tamaño de un perro grande, con abundante pelo y una característica mancha blanca en el pecho.

Su leyenda negra viene especialmente del hecho de que se decía que estos gatos son capaces de robar el alma de una persona si pasan o saltan por encima de ellos antes de que sean enterrados.

El intento de evitar eso dio origen en las tierras altas escocesas a toda una serie de rituales, de los que dicen que la costumbre actual de velar el cadáver durante la noche sería una reminiscencia, que tuvo su origen en lo que ellos denominaban el Feill Fadalach, o último despertar, que tenía como fin hacer que los caith sith se mantuvieran lejos del finado hasta su entierro y que incluía hasta diversos juegos y maniobras de distracción, como pruebas de lucha, adivinanzas o música.

Todo ello para intentar que el sith estuviera entretenido y no llegara a entrar en la habitación en la que se hallaba el difunto. Hasta solían esparcir hierba gatera por el resto de habitaciones en un intento de atraer al sith a cualquiera de las otras estancias, a la vez que evitaban encender fuego en aquella habitación pues creían que el agradable calor atraía especialmente al gato.

Tenían incluso una composición musical especial que llamaban Coronach, que vendría a ser lamentos, que pensaban gustaba a los gatos y les complacía escuchar, por lo que era un complemento que no podía faltar en esas noches.

Pero además, en una ampliación de las facultades malignas del negro felino, se le asociaba también directamente con las brujas. De hecho se creía que el ser era en realidad una bruja transformada. Curiosamente, esta capacidad tenía sus limitaciones puesto que una bruja se podía convertir en sith únicamente ocho veces, ya que si lo hacía una novena se quedaría en la forma de gato ya para siempre sin poder recuperar su condición humana.

Ese es el origen de que en todas estas tierras, la imaginería popular hable de que los gatos tienen nueve vidas, por contraposición a las habituales siete de otras zonas, por ejemplo España.

Otro punto curioso es que, según las antiguas tradiciones locales, había momentos del año o actividades en los que los caith sith cobraban especial relevancia. Como ejemplos podemos citar la festividad de Samhain o la ceremonia llamada Taghairm.

Durante la primera, que se celebraba la noche del 31 de octubre, en efecto, origen de nuestro Halloween actual, existía la tradición de dejar un tazón de leche en la entrada de las casas para el cait sith, pues se pensaba que cualquier casa de cuyo plato bebiera sería bendecida. Por el contrario aquellos que no dejaran ningún plato verían cómo sus cosechas se malograban y sus vacas dejaban de dar leche.

En cuanto al Taghairm, en realidad una ceremonia de adivinación, era una práctica más moderna pues se estima que tuvo su apogeo a principios del siglo XIX. Al realizarla, se pensaba que un magnífico cait sith se aparecería a los participantes concediendo a cada uno de ellos cualquier deseo que quisieran. Lo auténticamente siniestro, según los relatos, es que para llevar a cabo la ceremonia se requería que durante nada menos que cuatro días con sus noches, se quemaran otros tantos gatos vivos.

Felinos como los sith, pues se describen precisamente como negros con una mancha blanca en el pecho, son también protagonistas de un conocido cuento corto popular inglés llamado “El Rey de los Gatos”. En el mismo, se describe que una noche un hombre llegó a su casa muy agitado para contar a su mujer e hijo algo que acababa de presenciar.

Dijo que había visto un extraño cortejo formado por nueve gatos idénticos, todos negros con una mancha blanca en el pecho, que portaban un ataúd que llevaba una corona encima. Uno de los gatos se volvió para dirigirse a él y decirle: “Dile a Tom Tildrum que Tim Toldrum ha muerto”.

Cuando el hombre estaba relatando ese momento a su familia, de improviso, su propio gato que estaba acurrucado junto a ellos al calor de la lumbre, se levantó súbitamente para decir: “¿Qué? ¿Qué el viejo Tim ha muerto? Entonces ahora soy yo el rey de los gatos”.

Ante el asombro de todos, entró por el hueco de la chimenea para trepar hacia arriba y desaparecer sin que nunca lo volvieran a ver. Y ese es el final del cuento.

Para completar el cuadro de información es interesante decir que el mítico gato podría estar basado en una curiosa, vamos a decir especie de gato silvestre, en este punto también hay controversias zoológicas, que únicamente habita por tierras escocesas.

Esto es lo que opina por ejemplo entre otros, el conocido criptozoólogo Karl P. N. Shuker, del que ya he hablado en otras ocasiones, que en su libro “Mystery cats of the World”, publicado en 1989, esgrime esa teoría.

El candidato se llama “Gato de Kellas” y se trata al parecer de un híbrido entre el gato montés europeo (Felis silvestris), que también habita en la zona y algún gato doméstico, lo que dio origen a una como subespecie de gatos de color negro, pelo abundante y un tamaño superior al gato común, que se dice viven ocultos en los matorrales, siendo sumamente esquivos y difíciles de observar. Su catalogación taxonómica a fecha de hoy no está nada clara, por lo que también este animal tiene su parte legendaria.

Los testimonios apuntan a que su longitud está entre los 60 a los 90 centímetros, con unas patas fuertes y poderosas y una llamativa cola mullida, al estilo de la del propio gato montés, que puede llegar a tener 30 centímetros. Su pelaje es completamente negro y se cree que puede pesar entre 3 y 7 kilos. Se llegó a pensar que podía tratarse simplemente de una variedad melánica de gato montés, sin que dicho extremo se pudiera constatar.

De hecho son poquísimas las evidencias registradas. Algún supuesto ejemplar disecado se puede ver en un par de museos británicos y se cuenta también con algunas confusas fotos y grabaciones de vídeo, a la vez que existen diversos testimonios de testigos directos sobre sus encuentros con estos extraños gatos.

Hay además algún otro autor dedicado a estas temáticas que ha escrito sobre el particular, como el británico Di Francis, que dedicó su libro íntegro “My Highland Kellas Cats”, de 1993, a estudiar este fenómeno zoológico.

Así que si visitáis esa bella zona escocesa, estad al tanto en lontananza por si tuvierais ocasión de conseguir alguna buena toma del huidizo gato de Kellas y por la noche cuidad de no encontraros con ningún cait sith.

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