Uno de los animales icónicos de la sabana africana es la inconfundible cebra, con su característico pelaje a franjas blancas y negras.

Siendo pariente de nuestros familiares caballos, es también conocida la extrema dificultad que presenta para ser domesticada, lo que explica que nunca haya sido empleada por los habitantes de su zona geográfica como animal de carga, transporte, o siquiera como ganado.

Lo que está claro es que el paisaje africano no sería el mismo sin las manadas de estos ungulados acompañando a los ñus, los búfalos y el resto de herbívoros que tanto hemos contemplado en mil y un documentales.

Ahora bien, un pelaje tan geométrico y particular, hasta el punto de que sirve a los científicos para identificar ejemplares concretos al estilo de las huellas dactilares, dado que no hay dos cebras con una disposición idéntica, no es algo que tenga muchas similitudes en su entorno.

En este punto podemos comentar que existen hoy en día 3 especies principales de cebras: La cebra de Grant (Equus quagga boehmi), la más habitual y en la que en realidad todos pensamos al hablar de este animal, la cebra de montaña (Equus zebra) muy parecida a la anterior pero menos extendida y más esquiva y por último la cebra de Grevy (Equus grevyi), menos abundante y con un patrón bien diferenciado al presentar franjas más finas que las otras dos. Es además la de mayor tamaño.

En cuanto a las tres, ese mencionado patrón blanco y negro más parece el capricho de algún diseñador que algo realmente útil en su hábitat, por ello podríamos preguntarnos cómo llegaron las cebras a adquirir su característico aspecto.

Por supuesto y como no podría ser de otra forma, la tradición de los hombres de la zona habla de ello y nos cuenta el origen de la historia. Es especialmente difundida una leyenda del pueblo San, hombres bosquimanos que todavía pueden encontrarse en localizaciones del namibio desierto de Kalahari.

Ellos no dicen que en tiempos muy, muy, lejanos, habitaban en aquellas tierras una buen número de animales entre los que ya había parientes de los que han llegado hasta nuestros días.

Uno de estos era el ancestro de la cebra, que entonces era totalmente blanco. Es el protagonista de la historia que comienza en una temporada de extrema sequía, por lo que los escasos pozos de agua que quedaban eran un tesoro para toda la fauna.

Una noche, una cebra y su potro se acercaron a uno de ellos para poder saciar su sed, pero cuando iban a beber, de improviso unos chillidos les pararon en seco.

Pudieron ver a un airado babuino que estaba encima de una roca junto a un pequeño fuego y les conminaba a marcharse puesto que según decía, ese pozo era de su propiedad y no permitía que nadie bebiera allí.

Sin embargo, el potro, lejos de amilanarse, le dijo al mono que el agua era de todos y no podía quedársela en propiedad, a lo que el simio le contestó que si quería beber tendría que pelear por el agua y sin más se abalanzó sobre la cebra.

Por unos minutos ambos animales estuvieron peleando entre nubes de polvo, hasta que en un momento dado la pequeña cebra acertó a propinar una tremenda coz al babuino que salió volando y fue a aterrizar de culo precisamente sobre el fuego que tenía encendido.

Eso le dejó toda la zona pelada ya para los restos, cosa que de paso explica en la misma leyenda porqué los babuinos tienen ese aspecto actualmente.

En cuanto a la cebra, entre la pelea y los gritos del mono al sentir quemarse su trasero, se puso nerviosa y echo a correr, también justo hacia el fuego, que atravesó al galope, no sin poder evitar que algunos rescoldos y cenizas cayeran sobre su lomo, quemando en parte su blanco pelaje.

No paró junto con su madre, hasta llegar a la sábana, territorio en el que ya se quedarían, pero los rastros de aquella noche iban a quedar ya para siempre en la joven cebra y posteriormente en sus descendientes, en la forma del característico y familiar diseño blanco y negro que todos conocemos.

Hasta aquí el misterio de la leyenda, pero si nos vamos a otras fuentes, desde el punto de vista científico, podríamos empezar por resolver una incógnita: ¿La cebra es blanca con rayas negras o negra con rayas blancas?

Pues parece que para hablar con propiedad deberíamos decir que es negra con rayas blancas, ya que en principio el embrión de las cebras es de color oscuro, siendo más adelante cuando comienza a desarrollar franjas claras por desactivación de los melanocitos de la piel, con la asombrosa particularidad ya mencionada de que el diseño nunca se repite.

En cuanto a la función de tal diseño cromático y a pesar de que durante mucho tiempo se pensó que servía principalmente para desdibujar su silueta y despistar así a sus depredadores, hoy en día hay otra corriente científica que cree que la función de esa alternancia de blanco y negro tiene como objetivo principal regular más eficazmente la temperatura del animal.

Según esto y teniendo en cuenta genéricamente como sabemos, que el negro absorbe el calor y el blanco lo repele, al alternarse zonas con mayor y menor absorción parece que podrían crearse unas microcorrientes de aire al nivel de la piel, que regularían la temperatura y refrescarían a las cebras en los calurosos días africanos.

En apoyo de esta teoría están los resultados de un estudio realizado en 2015 y en el que se pudo determinar que casualmente las familias de cebras que habitaban en zonas habitualmente más cálidas, presentaban unas franjas oscuras más marcadas y de un tono más negro.

Hay no obstante otro estudio, esta vez  de la Universidad de Bristol y realizado en 2016, en el que unos investigadores disfrazaron a caballos con telas de diversos diseños, incluidos los que imitaban a las propias cebras, con el fin de observar el efecto que tenían en el comportamiento de los insectos hematófagos que atacan a los animales africanos, como los tábanos.

Y lo cierto es que pudieron observar que al parecer ese patrón blanco y negro confundía a los insectos en el momento de ir a posarse, haciendo que fallaran en más del 70% de las ocasiones y por tanto evitando que pudieran llegar a chupar sangre a su víctima.

Por ello dedujeron que otro uso importante del particular diseño de las cebras, era el de evitar o al menos dificultar todo lo posible, que animales que podían llegar a transmitirles enfermedades o debilitarles chupando su sangre consiguieran atacarles.

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