“Supongamos que la misión consiste en sugerir al perro que vaya hasta una mesa y traiga un libro que hay sobre ella. Lo llamo y acude. Tomo su cabeza entre mis manos como si estuviese inculcándole simbólicamente todo lo que hay en mi cerebro…

…Lo vuelvo hacia mí con gesto imperioso y lo miro a los ojos, a lo más profundo…Pongo mentalmente en su cabeza la imagen de la parte del suelo que lleva hasta la mesa y después las patas de la misma, el tapete que hay encima y por último el propio libro. El perro empieza ya a ponerse nervioso y trata de soltarse. Por último le doy mentalmente la orden: ¡Ve! Sale disparado como un autómata directo hacia la mesa y apresa el libro entre los dientes sin dudar. ¡Misión cumplida!” Leer la entrada completa