En esta ocasión os propongo una nueva atracción visual, una simpática historia que no deja de tener su punto de misterio o curiosidad.

El protagonista es un bonito gato que se ha hecho muy popular desde que saltó a las redes hace algo más de un par de años.

Ciertamente, en otras ocasiones ya hemos comentado por aquí algún caso parecido al suyo, si curioseáis un poco por las entradas lo podréis ver, pero en este en concreto se suma un aspecto familiar que resulta llamativo.

¿Y qué es lo que ha hecho merecedor de la atención general al felino? Pues ni más ni menos que una hipnótica coloración en el rostro, con la división en dos partes tan clara que parece un gato dentro de otro.

Nuestro protagonista es un espectacular British short hair, que vive en Fancia con su propietaria, de nombre Stephanie Jimenez.

Ella lo adoptó siendo prácticamente un bebé enamorada por su aspecto, lo ha criado bien desde entonces convirtiéndole en su gran amigo peludo y le ha dado el nombre de Narnia.

Su cara gris y negra que seguro estáis contemplando ahora, resulta bella y misteriosa, como rotulada por un ignoto artista natural. Ahora seguro entendéis porqué me refería al principio a otros casos parecidos, pues en efecto otros ejemplares con rostros similares se han asomado también a este rincón.

Narnia en concreto saltó a la fama hacia el verano de 2018 y se ha ganado una buena cantidad de seguidores a través de las redes sociales, especialmente el Instagram, de Stephanie.

Es cierto que el bello gato, pues se trata de un macho, presenta además un par de características adicionales que le hacen todavía más especial.

En primer lugar ha mantenido los ojos azules de su infancia lo que no es lo habitual. Pero hay también otro dato curioso sobre el minino que le otorga una cierta relevancia. Resulta que Stephanie cuenta entre su círculo de amistades con un genetista y ambos se pusieron de acuerdo para hacerle a Narnia un test de ADN.

¿Con qué fin? Veréis, en estos casos de gatos con semejantes particularidades cromáticas, se suele tener tendencia a hablar de ellos como quimeras.

Una quimera aparecería cuando en la madre comienzan a desarrollarse al principio dos embriones diferentes y por tanto con el ADN diferenciado, si bien esos embriones se acaban fusionando para dar lugar finalmente a un único individuo, que no dos, pero que presentará trazas de ambos ADN, siendo técnicamente su propio gemelo.

Algo así explicaría de una manera bastante clarificadora el aspecto de esos gatos bicolores que tal parecen dos ejemplares superpuestos.

Sin embargo, en el caso de Narnia, las pruebas que le realizaron determinaron que su ADN era único y personal, por lo que no podía proceder de un inicial doble embrión y por tanto proporcionaba un poco más de curiosidad o de misterio, si queréis, a ese rostro bicolor tan inequívocamente marcado.

Para redondear las singularidades que rodean a un minino tan especial, hay que decir que el bueno de Narnia ha sido papá varias veces, pero lo que sucedió en una camada en particular rizo el rizo de las curiosidades cromáticas y de ahí lo que también os anticipaba sobre un aspecto familiar destacado.

En esa ocasión, la mamá que desde luego merece su nombre de Bella y que es la pareja principal del bicolor macho, alumbró a una parejita, hembra y macho, de nombres Prada y Phoenix.

Y lo alucinante es que en otro guiño de ese aparente artista desconocido, las crías parecen haber separado los patrones de color del padre individualmente y con la misma precisión, como podéis visualizar en las fotos.

Desde luego podemos ver que sin tener que ir a relatos truculentos o aterradores, el misterio puede sorprendernos en las historias más cotidianas o simpáticas, como es el caso del gato Narnia y su descendencia, con los que es difícil dejar de fascinarse.

Por cierto, por si os interesa, el bueno de Narnia tiene su propia cuenta en Instagram con más de 250.000 seguidores: @amazingnarnia.

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