Hay una curiosidad con respecto a las mujeres que adoptan gatos, bien sea como acogida provisional o definitiva, que tiene su origen en una increíble historia de coraje y amor  maternal.

Se trata del porqué a dichas mujeres se les llama genéricamente “Karens”, algo que quizá aquí en España no esté muy extendido, pero que es muy popular en los Estados Unidos y países latinos.

El origen de esta costumbre habría que buscarlo en 1996 y la inicial es una generosa neoyorkina de nombre Karen Wellen, que a su vez se convirtió en origen del nombre genérico “Karen” gracias a una gata que está ya en el corazón de todos los amantes de los animales y que no es otra que la maravillosa “Scarlett”.

Esta pequeña, de bonitos colores y tierna mirada, se piensa que había nacido en algún momento de 1995 y era una gatita callejera que sobrevivía como podía en las calles de la Gran Manzana.

Logró resistir su primer año y con tanto éxito que incluso consiguió orgullosa dar a luz a su primera camada, que fue de cinco preciosos gatitos. Con gran trabajo comenzó la dura labor de sacarlos abnegadamente adelante, pero el destino le iba a poner delante de una durísima prueba. Ella entonces no lo sabía, pero la posteridad esperaba a la humilde mamá.

El 30 de marzo de 1996, varias unidades de los bomberos de Nueva York se dirigieron prestas a una calle de Brooklyn, a luchar contra un voraz incendio que estaba arrasando un edificio de apartamentos abandonado.

Entre la vorágine de la pelea sin cuartel de los hombres contra el fuego, uno de los bomberos, de nombre David Giannelli, no pudo por menos de observar con asombro cómo de un pequeño hueco en la puerta del garaje del edificio salía una gata llevando un pequeño gatito en la boca, al que dejó a salvo unos centenares de metros más allá del incendio.

Conmovido, el hombre se alegró de que hubieran salido a tiempo, pero cuál no sería su sorpresa cuando desde su posición pudo comprobar cómo la gata regresaba sin dudar al garaje volviendo a entrar para enfrentarse a las llamas.

Un par de minutos después, la gata salía con otro gatito, únicamente para volver a dejarlo y sin pausa y ya con signos en su piel de estar sufriendo la cercanía del fuego, entrar una vez más sin la menor vacilación.

Gianelli no daba crédito. Desde su posición no podía acercarse allí por seguridad, por lo que únicamente podía ser un preocupado observador, para ver con el corazón encogido cómo la valiente y entregada gata salía por tercera vez con otro gatito.

Cada vez eran más evidentes los daños que los viajes estaban causando a la infatigable gatita, pero eso no la arredró y de hecho, ante la ahora ya completa atención del bombero, entró de nuevo valerosa al infierno por cuarta vez.

Así, un cuarto gatito fue puesto a salvó por la cada vez más dañada mamá, pero todavía no había terminado y de nuevo volvió al garaje por quinta vez, como en las anteriores ocasiones sin un mínimo atisbo de miedo o duda.

Finalmente, un quinto cachorrillo fue rescatado y puesto a salvo por la madre, que ahora sí, pareció dar por concluida su heroica labor, olfateando y lamiendo a todos como para hacer recuento, puesto que las quemaduras que tenía en cabeza y rostro eran tan tremendas que no podía ni abrir los ojos de lo hinchada que tenía la zona.

El resto de su cuerpo no estaba mejor y su piel hecha jirones era la palpable evidencia de ello. El dolor del pobre animal debía ser horrible, pero a pesar de ello, la increíble gata se concentró en ofrecer amor a sus pequeños e intentar darles de mamar a la vez que les proporcionaba calor.

Un poco después, los bomberos lograron con su esfuerzo comenzar a controlar el incendio, lo que fue aprovechado por David Giannelli para avisar a a otros compañeros y correr raudos hacia el punto en el que había visto protegerse a la gata con sus gatitos.

Horrorizados por el estado de la admirable gatita y conmovidos por su heroísmo, recogieron a toda la familia y con urgencia los trasladaron a una clínica veterinaria.

Una vez allí, los veterinarios estabilizaron a los gatitos y pusieron todo su empeño en lograr una tarea que a priori parecía imposible como era salvar a la valiente madre, a la vista de las terribles lesiones que su heroico desempeño había dejado en su pequeño cuerpo.

Sus quemaduras por todas partes y en especial por su cabeza y rostro eran realmente severas, pero se veía que a pesar de todo la gatita no quería rendirse y el equipo humano se dispuso a dar lo mejor de sí para ella.

A los pocos días, uno de los pequeños no pudo resistir y desgraciadamente murió, pero sus hermanos comenzaron a salir adelante y su especialmente valiente madre tampoco daba muestras de querer perder la pelea por su vida.

Por entonces las redes sociales no estaban en pleno apogeo como ahora, pero a pesar de eso, la historia de amor y valentía de la gatita, que había sido bautizada como “Scarlett” por los bomberos, consiguió llegar a todo el país, multiplicada por todo aquel que la conocía en medios, la leía en prensa, o la escuchaba en boca de alguien.

La mamá gatita se enfrentó a un largo y doloroso proceso de rehabilitación que la llevaría a estar más de tres meses ingresada, pero nunca se rindió y todo el país seguía su recuperación.

La North Shore Animal League, se hizo cargo del caso y estuvo en todo momento pendiente de toda la familia gatuna.

Cuando llegó el día de la madre, la clínica recibió cientos de cartas de felicitación para el animal y desde todas partes llegaron peticiones para adoptar a sus gatitos, incluso de lugares tan lejanos como Japón o Sudáfrica. La League llegó a tener más de 7.000 de esas peticiones.

Finalmente los gatitos fueron dados en adopción de dos en dos, a un par de familias del vecino Long Island.

Al final del proceso de rehabilitación, Scarlett pudo considerarse lista para buscar un hogar, si bien siempre iba a tener secuelas de sus lesiones.

Por ejemplo necesitaría una pomada en los ojos tres veces al día, de por vida y debería cuidar su alimentación, además de vigilar su piel.

Pero entonces apareció la persona que después daría nombre a muchas. Karen Wellen se ofreció para dar un hogar permanente a la heroica gata y su solicitud fue aceptada.

Ambas entablaron una amorosa amistad creando una unión que perduraría durante doce años más, en los que Scarlett tuvo el amor y cuidados que merecía, hasta que una serie de problemas médicos sobrevenidos hicieron que los veterinarios no vieran ya una salida.

Finalmente y con todo el dolor de su corazón, Karen tuvo que dar la autorización para dejar partir a su querida amiga y de esa forma, el 11 de octubre de 2008, la valiente Scarlett cruzó el Arco Iris y se convirtió en leyenda.

Nadie la ha olvidado. Por eso se da el nombre de “Karen” a las mamás que adoptan gatitos y además, la North Shore Animal League instauró en 1996 el premio Scarlett al Heroismo Animal, que obviamente tuvo a la propia gata como primera merecedora y que sigue otorgándose todos los años, premiando a animales que han destacado por sus actos de valentía y generosidad, tanto hacia otros animales como hacia algún humano.

Desde luego, el amor, generosidad y coraje que aquella pequeña gata demostró deberían inspirarnos en este mundo tan sombrío.

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