Hoy, viernes 13, llega hasta nosotros un ser que está bastante relacionado con el miedo ancestral y el puro terror.

Todos hemos conocido historias, de las mil y una que ha producido un ser mítico donde los haya como el hombre lobo.

Son infinidad los relatos en casi todas las culturas y muchas épocas, por medios escritos, sonoros o visuales, que están al alcance del público.

La práctica totalidad, aunque varíen circunstancias narrativas, coinciden en los aspectos que todos identificamos como típicos y característicos de estas criaturas.

Las noches de luna llena, las tremendas transformaciones, las balas de plata, la sangre y por descontado el terror y las carnicerías, son desde luego facetas reconocibles en cualquier historia sobre hombres lobo.

Por ello, cualquiera tendría como primera idea alejarse lo más posible de las zonas en las que se pensara que estas criaturas existen o de las personas que fueran señaladas como uno de ellos.

Sin embargo, como en tantas otras cosas, aquí también se puede aplicar aquello de que la excepción confirma la regla, porque lo cierto es que la leyenda sobre estos seres tiene un punto disonante en un lugar concreto.

Debemos encaminarnos hacia tierras irlandesas para conocer a su hombre lobo particular, el llamado “Faoladh”, en su lengua antigua.

Como todos, se ve sometido al ciclo de la luna llena, pero sin embargo presenta unas cualidades fuera de lo común, puesto que a diferencia de sus demás congéneres en otras partes del mundo, en Irlanda no es considerado una amenaza.

Resulta que para la tradición local, este hombre lobo sería en realidad nada menos que un singular protector de niños, heridos y caminantes perdidos, a los que en lugar de atacar sangrientamente, ayudaría y mantendría a salvo.

Esto era así indistintamente de que el cambiaformas fuera originalmente hombre o mujer, puesto que no había ninguna otra diferencia en cuanto a comportamiento o características.

Sí es cierto que necesitaría cazar para mantenerse cuando está en la forma lobuna, pero lo haría depredando sobre otros animales, al estilo del lobo común, sin afectar a los humanos.

De hecho, las antiguas historias hablan de que en tiempos lejanos incluso fueron utilizados y reclutados por algunos reyes del pasado, como formidables soldados en sus filas.

Se piensa que las primeras anotaciones sobre estas criaturas pueden venir de muy atrás, pues se pueden encontrar en la “Historia Brittonum”, un códice en el que aparecen registrados hechos de los primeros tiempos de Gran Bretaña y que se sostiene fueron recopilados por un monje galés de nombre Nennius, que al parecer vivió en el siglo noveno.

Hay que hacer notar que estas referencias figuran en la versión irlandesa, pues hay otra para el resto de Gran Bretaña, y en ella se afirma que la estirpe de los lobos se halla principalmente en la medieval zona de Ossory, en la que se decía tenía su localización el propio reino de los hombres lobo.

En el mismo sobresale una figura legendaria, Laignech Fáelad, el que está considerado como el hombre lobo primigenio e iniciador de la estirpe lobuna irlandesa y del que descenderían todos los posteriores a lo largo del tiempo. Se cree que él fue el primer rey de su particular reino.

De cómo se pudieron forjar alianzas entre los reinos humanos y el lobuno en la antigüedad, no hay tantas referencias, ni tampoco del porqué estas criaturas, tan sanguinarias por otros lares, allí empezaron a proteger y asistir.

De lo que no cabe duda es de lo arraigadas que están estas historias en la mitología de la isla, habiendo dado lugar a innumerables historias y cuentos a lo largo de los siglos, que todavía hoy son recordados.

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