En algunas ocasiones puedo traer por aquí historias que parecen escritas a propósito por algún duende travieso con ganas de divertirse juntando azar y destino, de manera que el cóctel resultante nos deje con una mueca de asombro ante el resultado de sus afanes.

En esa categoría de relatos que parecen cuentos aunque sean muy reales, puede entrar sin duda el curioso caso que os traigo hoy y que ha sido actualidad hace pocos días.

Para poneros bien en situación, os narraré la historia cronológicamente desde sus inicios, que tuvieron lugar hace unos quince años en un barrio residencial de la ciudad de Dallas, en Texas.

Hasta allí se mudó junto con su familia, cuando contaba con nueve años, la protagonista humana principal de la historia, una chica, hoy veinteañera, llamada Nguhi Muturi.

Para ella fue un poco dura la aclimatación a la nueva ciudad y por ello sus padres, como la sabían amante de los animales, decidieron regalarle un gatito para que fuera su compañero en el proceso.

Panther en casa.Y así llegó a la familia el bueno de “Panther”, un simpático gato negro protagonista principal de toda la historia. Niña y minino hicieron de inmediato muy buenas migas hasta el punto de que se convirtieron en inseparables. Según cuenta la propia Nguhi, llegó a hacer una sección diaria dedicada al animal en su propio diario personal.

El tiempo fue pasando lentamente y ambos compartieron decenas de momentos inolvidables en una relación que parecía casi de hermandad. Sin embargo, cuando llevaban casi diez años juntos, tuvieron que afrontar un gran cambio.

A Nguhi, le llegó el momento de tener que estudiar en la universidad y como sucede comúnmente en los Estados Unidos, eso implicaba que se tuviera que mudar al campus y por tanto separarse de su querido Panther.

No sin una gran pena, llegó para la chica el momento de su partida y debió ser peor para el minino, que la vio partir y que pudo comprobar que en los siguientes días no volvía, sin comprender el motivo y sin que nadie se lo pudiera explicar.

Y finalmente, a las pocas semanas ocurrió lo imprevisto, un buen día, el gato salió al exterior como había hecho tantas veces, pero sin embargo esta vez no regresó.

Panther tumbado.En un inicio, los Muturi intentaron localizarlo por todos los medios, aunque finalmente no lograron su propósito y no tuvieron más remedio que ponerse en contacto con Nguhi para darle la triste noticia.

Para la joven fue un mazazo y el siguiente fin de semana regresó para ayudar en la búsqueda. Eso hizo varias veces más, hasta que pasados unos meses tuvieron todos que resignarse a la idea de que habían perdido a su querido Panther para siempre.

Fueron momentos duros para ella en los que incluso pudo haberse resentido en los estudios, sin embargo, como ella misma afirma, sucedió lo contrario y el recuerdo de su minino amigo le dio fuerza interior para sacar adelante sus tareas.

Todo eso sucedió hará unos cinco años y desde entonces hasta ahora, Nguhi había conseguido que la pena se convirtiera en un bonito recuerdo, pero desde luego no olvidó a Panther.

Y en uno de los giros curiosos de la historia, sucedió que al fondo de la calle donde residían los Muturi, vivía otro matrimonio que tenía un bonito perro de raza husky al que sacaban a pasear por el vecindario. Resultó que por estas cosas que pasan, en las ocasiones en las que se cruzaban por allí con Nguhi, el perro se mostraba especialmente afectuoso con ella y ambos se hicieron buenos amigos, hasta el punto de que si debían hacer alguna gestión, los vecinos le dejaban el perro a la chica, que pasaba el día con el can de mil amores y muchas veces también se lo acercaban para que fuera ella la que le diera su paseo diario.

Tanto llegó a avanzar la cosa, que un buen día los vecinos sorprendieron a la chica ofreciéndose a regalarle el perro para que se lo quedara, pues ellos ya tenían también otros animales y así ella podría dedicarle todo su tiempo en exclusiva.

Ella aceptó tras consultar a sus padres, rebautizando al animal como “Trotsky” y pudiendo así llenar al menos un poquito el vacío que tenía por Panther. De esto hará como algo más un año y así habían estado las cosas hasta hace unos días, en que la historia dio un giro maestro para convertirse en una de esas de las que os hablaba al inicio de la entrada.

Y ¿Qué es lo que ocurrió? Pues hará unos diez días, el señor Mitumi salía de casa y de pronto, en el jardín delantero vio algo que le dejó absorto. Era un gato negro que estaba allí tranquilamente sentado y que al hombre le pareció extrañamente familiar.

Sin poder creer lo que veía pero con una fundada sospecha en su interior, se acercó hasta el animal que de inmediato comenzó a restregarse por sus piernas, como Panther hacía. Casi como en un reflejó la abrió la puerta de casa y el animal salto de inmediato adentro y fue corriendo hasta el que siempre había sido su rincón favorito en el salón.

No tenían duda, aunque sonara mágico no podía ser otro más que Panther. Para terminar de estar seguros le miraron las patas delanteras, que le habían operado de pequeño para extirparle las garras y que no les estropeara los muebles, pudiendo comprobar que su querido amigo estaba de vuelta.

Para todos fue un momento de gran felicidad, aunque yo debo interponerme un segundo en un instante tan emotivo para añadir una nota al margen, ya que si tienes un gato, debes saber que tiene garras, debes saber que en algún momento puede que te arañe algo y desde luego lo que NUNCA debes hacer es extirparle las garras.

Volviendo a nuestra historia y obviando este pequeño punto negro, los Muturi hubieran deseado poder hacer tantas preguntas a Panther… Y no sospechaban que la cosa se iba a poner todavía más interesante.

Nguhi Muturi.Porque justo en ese momento entró también del jardín Trotsky y rápidamente todos saltaron hacia él presintiendo lo que podría pasar cuando viera al gato, pero se quedaron congelados a medio camino cuando para su sorpresa ambos animales fueron sin dudar el uno al encuentro del otro y se pusieron a hacerse carantoñas como si en realidad fueran grandes amigos.

Ninguno de los Muturi entendía nada de lo que pasaba y entonces, para acabar de organizar el enredo, llamaron a su puerta. Cuando el padre fue a abrir se encontró con los vecinos que le preguntaron, nada más y nada menos, que si habían visto por allí a su gato “Charlie” que se les había escapado.

El perro ladró al reconocer sus voces y cuando ellos se asomaron y vieron al gato dejaron todavía más mudos de asombro a los Muturi al decirles que ese precisamente era el Charlie que buscaban.

Únicamente entonces y gracias a sus vecinos, pudieron por fin conocer las rocambolescas y curiosas peripecias por las que había pasado Panther para desembocar en ese surrealista momento.

Al parecer, cuando se escapó de casa, quien sabe si con la intención de ir en busca de Nguhi en unos de esos viajes épicos que algunos otros gatos han logrado realizar tras la pista de sus amigos humanos, llegó a alejarse únicamente unos 30 kilómetros.

Entonces unas personas, imaginándolo abandonado, lo capturaron y trasladaron a una protectora de animales de las proximidades, en donde estuvo unos meses y justo cuando ya estaban planeando sacrificarlo, apareció una chica que quiso adoptarlo.

Las dos mascotas.Le puso por nombre “Charlie”, lo  llevo con ella a su casa y allí vivió bien Panther durante un tiempo. Sin embargo, un cambio de trabajo hizo necesario que la mujer se mudara y entonces decidió dejar el gato a sus padres ¿Adivináis quiénes eran?

Efectivamente, los vecinos de los Muturi. Resultó que sin ellos saberlo, Panther, o ahora Charlie, llevaba en realidad casi ya dos años viviendo al final de su calle. Y resultó por tanto también que, sin saberlo tampoco, se habían intercambiado las mascotas entre las dos familias. Por eso Trotsky y Panther no mostraron la menor inquietud al verse. ¡Ya se conocían de sobra!

Los Muturi no habían visto en ese tiempo al gato porque con los vecinos vivía como gato de interior y estos últimos, aunque conocían la historia de Panther no la habían relacionado con su Charlie al haberles llegado directamente de su hija.

Tras quedar todos anonadados de las vueltas y giros del destino, han decidido dejar las cosas como estaban, Trotsky sigue con Nguhi y Panther con los vecinos, que tienen además otro perro y otro gato. Eso sí, ahora la joven lo visita con frecuencia y al menos tiene la tranquilidad de que su amigo gatuno está bien.

Ha sido ella misma la que a través de mensajes de Twitter ha dado a conocer a todos la curiosa historia y las aventuras vividas por el simpático Panther.

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