En no pocas ocasiones, importantes descubrimientos arqueológicos han visto la luz de una forma absolutamente casual, como ha vuelto a suceder una vez más aquí en nuestro país.

Porque muchas veces da la impresión de que son los propios objetos los que reclaman ser encontrados y buscan el medio para que así sea.

Recientemente se ha hecho público en los medios nacionales el inesperado hallazgo que un agricultor realizó de manera completamente involuntaria mientras realizaba unas tareas de mantenimiento en una finca de su propiedad.

Todo sucedió la mañana del pasado 28 de octubre, en una zona conocida como Cañablanquilla, perteneciente al municipio cordobés de San Sebastián de los Ballesteros.

Allí se encontraba Gonzalo Crespo, el protagonista de la historia, arando la tierra en las lindes de un olivar. De improviso notó que el arado se enganchaba con algo que estaba enterrado. Cuando se bajó del tractor esperando encontrar un tocón de árbol o una piedra, se llevó una gran sorpresa.

Como un mudo visitante del pasado, lo que el buen hombre contempló entonces era ni más ni menos que parte de una estatua que parecía representar un animal. Con presteza y cuidado procedió a intentar desenterrar por completo la efigie para acabar descubriendo que tenía delante una bella escultura que parecía representar nada menos que una leona.

Sin necesitar ser un experto, el hombre pronto se dio cuenta de que había encontrado algo que podía ser valioso y desde luego tenía pinta de ser muy antiguo. Entonces hizo algo realmente encomiable y lejos de pensar en sacar algún provecho de la situación avisó de inmediato al SEPRONA de la Guardia Civil.

Cuando se personaron los agentes en el lugar, se dieron cuenta también a la primera de que Gonzalo Crespo había hecho un hallazgo importante, por lo que se pusieron en contacto con la Junta de Andalucía para hacer que personas expertas pudieran acercarse a analizar la estatua.

No tardaron en presentarse también en el lugar unos arqueólogos que resolvieron trasladar el hallazgo al Museo Arqueológico de Córdoba para poder estudiarlo más detenidamente, si bien ya en origen determinaron que casi con seguridad era de procedencia íbera.

Allí se halla la pieza actualmente y ya ha trascendido que la datan en unos 2.500 años de antigüedad, confirmando que sería atribuible a los íberos y de un uso posiblemente funerario. En cualquier caso, se considera un descubrimiento de gran importancia arqueológica.

Se está procediendo a una cuidadosa restauración, limpiando toda la estructura e intentando reparar los pequeños daños que involuntariamente causó el tractor a topar con ella. A pesar de todo eso, la leona se encuentra en un magnífico estado de conservación y posee un gran nivel de detalle.

Está además representada en una escena de caza, puesto que se puede ver perfectamente que tiene un animal similar a un carnero entre sus fauces.

Una curiosidad sobre el tema es que a pesar de que pudiéramos preguntarnos el porqué de la elección de un felino tan singular para representar, pues no se puede decir que el león sea o haya sido una especie característica de nuestra península, no es ni mucho menos un caso aislado.

Ya en 1933, durante las obras de construcción de la carretera Córdoba-Montilla, apareció en el término municipal de Nueva Carteya una cuidada representación en piedra caliza de un león tumbado cual esfinge, que fue datado hacia el siglo IV antes de Cristo y se cree formaba parte de algún conjunto funerario. Como la leona recientemente encontrada, también se puede ver actualmente en el Museo Arqueológico de Córdoba.

Y sin salir de la provincia cordobesa, a mitad de la década de 1940 fue hallado otro león más, en este caso junto a otra estatua representando un lobo, en el cerro de los Molinillos, perteneciente a la pedanía de Albendín, ubicada en el municipio de Baena. Ambos se acabaron trasladando al Museo Íbero de Jaén y fueron datados entre los siglos V a II antes de Cristo.

Sin olvidar que en 2013, en el yacimiento íbero-romano de Cástulo, en lo que hoy es el municipio jiennense de Linares, se descubrió una sensacional efigie de un soberbio león macho en un gran estado de conservación.

En otras zonas fuera de Andalucía, como por ejemplo Albacete con el león de Pozo Moro, tampoco faltan representaciones de estos magníficos felinos en conjuntos escultóricos de aquellas lejanas épocas.

No deja de ser curioso que un animal que nunca ha formado parte de la fauna ibérica resulte tan representado por el pueblo que precisamente dio nombre a la península.

Bien es cierto que con la llegada de los romanos y sus costumbres, hecho que tuvo como punto de partida el desembarco en Ampurias en el año 218 antes de Cristo aunque no se generalizó hasta décadas después, sí llegaron leones a nuestras tierras más desde luego para sanguinarios entretenimientos que con el objetivo de aclimatarlos a nuestro entorno como fauna silvestre.

No hay duda de que los pueblos nativos íberos tuvieron así ocasión de poder contemplar y asombrarse con la magnificencia del señor de las bestias, pero como decía es curioso y no deja de tener su puntito de misterio que algunas representaciones están datadas tiempo antes de la llegada de los romanos, haciéndonos preguntarnos mediante qué medios tuvieron conocimiento nuestros antepasados de la existencia de los imponentes felinos para esculpirlos de tal forma.

O por ejemplo cómo llegaron a formar parte de su imaginario colectivo de una manera tan relevante, cosa que parece indicar el destino de homenaje y recuerdo, por tanto de importancia, que se quería dar a las efigies así creadas.

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