En alguna ocasión han saltado a los medios curiosas noticias sobre personas que han sufrido accidentes o se han enfrentado a alguna catástrofe, desde el increíble punto de vista de que les haya sucedido en más de una oportunidad.

Por ejemplo recuerdo ahora aquel señor norteamericano al que le habían caído encima no uno, sino varios rayos en diferentes momentos de su vida, habiendo logrado además sobrevivir a tan alucinante odisea.

O recuerdo también el caso de otra persona que había sufrido y sobrevivido a dos accidentes aéreos en el espacio de poco más de un año.

Pues bien, la entrada de hoy está dedicada a un simpático personaje de ese estilo, que llegó a ganarse una sin duda trabajada fama en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

Hablo de un gato, que fue bautizado con dos nombres diferentes, primero “Oskar” y luego “Sam”, pero que ha pasado la historia con el sobrenombre que sus increíbles peripecias le hicieron ganarse: “El insumergible Sam”. Seguro que cuando os cuente sus aventuras hasta el final, comprenderéis bien el porqué de ese apelativo.

Iniciemos entonces el relato. Nos encontramos en plena Segunda Guerra Mundial y hemos de centrarnos en los escenarios de la contienda naval, en los mares y océanos en los que combatían fieramente dos poderosas armadas, la Kriegsmarine alemana contra la Royal Navy inglesa.

Dentro de las fuerzas de la primera, había sin duda un navío que era su “Flagship”, su barco de bandera o de referencia. Se trataba del colosal acorazado Bismarck.

Una curiosidad aparte. Os sonará ese término de “Flagship”, porque es el que todos los fabricantes de teléfonos móviles utilizan para identificar a sus dispositivos estrella cada año. En realidad, el término no procede del ámbito de las telecomunicaciones, sino del de la Marina.

Dicho esto, sigamos con la historia. El Bismarck, con sus 251 metros de eslora, sus casi 50.000 toneladas de desplazamiento a plena carga y sus 2.100 tripulantes, era el mayor navío construido nunca por Alemania y el orgullo de su flota.

Entre todos esos tripulantes, había uno de menor tamaño y cuatro patas, que era apreciado por todos. Se trataba de un gato blanco y negro que atendía al nombre de “Oskar” y que era cuidado por toda la tripulación.

En mayo de 1941, el Bismarck, junto con el buque “Prinz Eugene” partieron hacia el Mar del Norte, en la que sería conocida como la operación “Rheinübung”, curiosamente la primera y única misión de guerra en la que participaría el acorazado.

No voy ahora a desgranar todas las vicisitudes, particularidades y batallas que tuvieron lugar durante el desarrollo de dicha misión desde el punto de vista militar, pero baste decir que finalmente ocasionaron que tras una frenética caza por parte de la marina británica, el Bismarck acabó siendo hundido el 27 de mayo de 1941.

Lo que importa para nuestra historia es que cuando la tripulación del destructor británico HMS Cossack, buscaba supervivientes entre los restos del acorazado se sorprendieron al ver un asustado gato blanco y negro flotando en unos maderos. Lo rescataron y comprobaron que llevaba un collar con el nombre de “Oskar”. El pequeño felino había sobrevivido al naufragio.

Los marineros decidieron entonces adoptar al minino pero no sin antes bautizarlo con un nombre más inglés, por lo que le pasaron a llamar “Sam”. El gato pronto se adaptó a su nuevo hogar flotante y entabló la misma relación de camaradería con los hombres que la que había tenido con los marinos alemanes.

Pero sus aventuras estaban lejos de terminar. De nuevo voy a ir al grano sin centrarme demasiado en los aspectos puramente militares, pero digamos que tras diversas misiones y singladuras, el 27 de octubre de 1941, el Cossack tuvo la mala fortuna de ser avistado por un submarino alemán, el U563, que logró sorprenderle con sus torpedos y mandarlo a pique.

Por increíble que parezca, de nuevo entre los supervivientes se encontraba el audaz gato, que acabó en un bote salvavidas junto a otros marineros, hasta que fueron avistados y rescatados a las pocas horas por compañeros de la tripulación del portaaviones HMS Ark Royal.

Como no podía ser de otra forma, el gato fue acogido por los marineros del gran navío como uno más, logrando así el minino su tercer hogar flotante en poco tiempo. Como otra curiosidad adicional más, podemos citar que el Ark Royal había sido uno de los perseguidores del Bismarck y su flota de aviones había contribuido decisivamente a su hundimiento al lograr inutilizar sus timones.

Fue en este buque y conociendo su historia, cuando el gato recibió el apelativo de “Insumergible Sam” con el que se haría famoso. De hecho, al poco tiempo el Ark Royal hizo una escala para abastecerse en Gibraltar y ya hubo marineros de otros barcos que quisieron conocer a Sam e incluso se le permitió desembarcar y corretear por las calles de la ciudad, donde era reconocido.

Pero lo que todos estaban lejos de imaginar es que ese gato iba a aumentar su leyenda todavía más. Al terminar su aprovisionamiento, el portaaviones zarpó de nuevo y los marineros no quisieron dejar en tierra a su amigo gatuno por lo que embarcó de nuevo con todos.

Sin embargo, camino de Malta por el Mediterráneo, el 13 de noviembre de 1941, el submarino alemán U81 se infiltró entre los barcos que lo acompañaban y logró disparar contra el Ark Royal, que unas horas después acabó escorándose a estribor para hundirse lentamente en el mar.

Por supuesto hubo bajas entre la tripulación del portaaviones y también supervivientes. Y, ¡Adivinad quién estaba entre estos últimos! Sí, de nuevo el insumergible Sam hizo honor a su nombre por tercera vez, sobreviviendo a un ataque y hundimiento del barco en el que viajaba.

Ni que decir tiene que cuando se conoció la última hazaña del felino, su fama entre la Royal Navy alcanzó cotas máximas. Sus peripecias en poco menos de seis meses, corrieron de boca en boca entre los marineros llegando hasta los altos mandos, que en esta ocasión decidieron que el bueno de Sam merecía una vida más tranquila.

Por ello se le desembarcó en primera instancia en Gibraltar, desde donde tiempo después partiría hacia la residencia de marineros jubilados de Belfast, en Irlanda del Norte, que sería ya su tranquilo hogar hasta el final de sus días en 1955.

Esta es, o parece ser, la historia de tan particular gato, y digo parecer ser, porque también es cierto que en algunas fuentes se pone en duda su existencia, que dicen obedece más bien a una suerte de leyenda creada con el fin de motivar a las tropas, tomando partes de historias de diferentes gatos de otros tantos navíos de guerra, para crear un compendio global sobre un único personaje.

Se dice que circulaban imágenes de Sam, con gatos que claramente eran diferentes e incluso que no se habían corroborado suficientemente las informaciones de los naufragios.

En cualquier caso, la historia que he reflejado ahora, es la que parece que tiene más consenso en cuanto a los hechos que se dice sucedieron en aquellos complicados tiempos, alrededor del humilde e indomable Sam, que sin duda fue muy real para los que tuvieron que vivir aquellos sucesos.

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