No es la primera vez que en MISTERIO ANIMAL se habla de observaciones de seres con aspecto reptiliano, cosa además que ha sucedido en lugares del mundo nada relacionados entre sí.

En esta ocasión, avanzaremos un paso más, pues de lo que se trata es de hablaros no sobre un encuentro más o menos fugaz, sino de toda una deidad, un dios, con aspecto absoluto de lagarto humanoide.

Lo encontraremos en un país rico en extremo en historias, mitología, leyendas y misterio, como es Perú.

Allí, entre los años aproximados del 100 al 800 de nuestra era, se desarrolló una próspera cultura, que ocupa por derecho propio un lugar de honor en la historia antigua peruana, hablo del pueblo, de la cultura, mochica.

En su mundo, la religión estaba siempre presente y contaban con diversos dioses en función de sus necesidades y las aspiraciones que guiaban sus vidas. Es curioso que los más importantes eran representados como híbridos entre humanos y animales.

Así contaban por ejemplo con una mezcla de hombre y jaguar, era Ai-apaec, el creador, su dios principal, pero también tenían otros mitad hombre y zorro o mitad hombre y búho.

Y entre ellos estaba el hombre iguana, Morrop, que se decía ayudaba a descender a los difuntos al inframundo y era el mediador entre el mundo de los vivos y de los muertos.

Morrop, o murrup en la antigua lengua mochica, quiere decir precisamente «iguana».

Ateniéndonos a su descripción, no hay duda que recuerda vívidamente a los testimonios de encuentros con seres reptilianos que pululan por ahí y a los que hacía referencia al principio. De algunos de ellos hemos tratado ya en MISTERIO ANIMAL.

Sobre el origen de este culto reptiliano de los mochica, hay una leyenda que no deja de tener su lado siniestro.

Cuenta que en tiempos muy lejanos, en una zona desértica en lo que hoy es la población de Mórrope, que podéis figuraros de dónde tomó su nombre, unos niños acuciados por el hambre y la sed andaban persiguiendo a una iguana cuando esta los dirigió a unas cuevas en las que encontraron agua abundante.

Por ello, las gentes del poblado, agradecidas, decidieron tomar como dios a la iguana. Lo alucinante es lo que según la leyenda hicieron después, puesto que para demostrar su fidelidad le ofrecieron en sacrificio a los dos chavales que la persiguieron hasta la cueva. Cuentan que tras ese acto acabó tomando forma la deidad mitad hombre y lagarto.

Se dice también que el dios, que habitaba en esas cuevas, incluso llegaba a relacionarse con la gente, haciéndoles algunas visitas en las que prestó a los locales ayuda y conocimientos nuevos que les ayudaron a prosperar como sociedad.

Aspectos como este también se encuentran en otras mitologías de otras partes del mundo, lo que podría hacer pensar, como defienden algunos, que en otros tiempos pudo existir una raza de seres híbridos reptilianos, de ignoto origen, quizás extraterrenal, que se esparcieron por el globo y convivieron, a veces lucharon, con los humanos, aportando sustancia para  variadas leyendas e historias, que bien pudieron reflejar hechos que sucedieron.

En cualquier caso ahí quedan esas coincidencias en los relatos, que nos inducen a pensar en el misterio. ¿Relmente pudieron tener lugar encuentros de ese tipo? ¿Podrían suceder todavía en estos tiempos modernos?

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