Para unas fechas tan señaladas y entrañables, no puedo por menos de traeros una historia que seguro os sorprenderá pues sus inicios en nada harían presagiar su desarrollo posterior.

A pesar de que todo comenzara unos meses antes, seguro que al final no me negaréis que lo que os voy a contar tiene también su toque de misterio con magia navideña.

Lo primero que debemos hacer es ubicarnos geográficamente, por ello hemos de viajar virtualmente a la canadiense isla de Gabriola, perteneciente a la Columbia Británica y situada en la costa oeste, entre la zona continental y la bastante mayor isla de Vancouver.

Allí tiene su sede una organización sin ánimo de lucro denominada “Growls” (www.growls.ca), que se dedica al cuidado y la conservación de la vida silvestre. Uno de sus proyectos consistió en instalar una webcam frente a un nido de águila calva o de cabeza blanca (Haliaeetus leucocephalus), sí, la emblemática del escudo estadounidense.

Dos colaboradoras de la organización, Pam MacCartney y la también fotógrafa Sharron Palmer-Hunt, eran las que estaban más pendientes del seguimiento de dicha cámara para llevar un registro de lo acontecido y de la historia de las aves.

La pareja  de águilas comenzó a criar una familia que en un principio estaba formada por dos pollos, pero lamentablemente el más pequeño de los dos falleció a los pocos días de vida, por lo que quedó tan solo uno en el nido, al que llamaron “Junior”.

Las dos aves estaban dedicadas por completo al cuidado del hijo que les quedaba y procuraban que no le faltara el alimento. Fue precisamente esa circunstancia la que dio origen al curioso caso que se presentó ante los ojos de los pacientes observadores.

El pasado 4 de junio, uno de los adultos llegó al nido con una presa que en principio no era claramente identificable, pero que enseguida se pudo ver que era un ave, en concreto una cría de otra rapaz.

Aprovecho aquí para hacer un inciso y explicar que no es en absoluto extraño, más bien todo lo contrario, que especies de aves rapaces se conviertan en predadoras de los nidos de otras rapaces menores. Esto se da tanto entre las diurnas como entre las nocturnas, o mezclándose ambas si surge la ocasión.

Por ello, el simple hecho de que el águila llegara con el pollo de otra rapaz no tenía a priori nada de extraordinario. Sin embargo las cosas empezaron a cambiar en pocos segundos, porque para sorpresa de la observadora en ese momento, la pequeña presa seguía viva.

Incluso esto tampoco representaba algo muy raro puesto que a veces las presas son rematadas en el propio nido o incluso son llevadas intencionadamente con vida para que la propia cría comience a practicar las técnicas de caza y sea ella misma la que termine la tarea.

Pero en esta ocasión las cosas iban a tomar un giro completamente inesperado por el comportamiento de la cría aportada, que pronto pudieron identificar como de algún halcón. Y es que lejos de amilanarse, el animal comenzó casi como a pedir comida a su capturador, lo que claramente desconcertó al águila adulta.

La gran ave optó entonces por ignorar al pequeño, mientras que su propia cría, quizá todavía demasiado inmadura para estar en la fase de prácticas, optó por comportarse de manera similar.

De esa forma, el halconcillo pasó de improviso de ser comida a ser ocupa, convirtiéndose en una especie de adorno decorativo al que no hacían mucho caso pero tampoco agredían ni intentaban eliminar.

Eso de por sí ya representaba una situación bastante fuera de lo corriente, pues las grandes águilas estaban permitiendo que allí hubiera un ave extraña compartiendo su nido. Hasta su cría parecía que no le daba importancia a ese otro ser emplumado que había en su casa.

Por ello, los expectantes miembros de Growls le habían dado el nombre de “Malala” que en el lenguaje nativo viene a ser “superviviente”.

Pero  aunque el pequeño visitante a su pesar, que acabó siendo identificado como una cría de halcón de cola roja (Buteo jamaicensis), se mantenía apartado en un rincón sin ser molestado, parecía claro que esa situación tampoco podía durar mucho tal como iba.

Desde luego, no se la habían comido, pero era evidente que el valeroso halcón tampoco podría aguantar mucho así. Y entonces, fue cuando sucedió ese milagro navideño que os sugería, aunque un poco adelantado a su época.

Dos días después, uno de los adultos, seguramente la madre, había llegado con una presa y empezado a alimentar a su cría y entonces, armándose de valor o quizá de desesperación, el halconcillo nada menos que se acercó decidido a reclamar una ración.

Para la sorpresa de la mujer que observaba, el águila reaccionó y ante su asombro comenzó a alimentar al halcón. A partir de entonces, cada vez que un adulto llegaba con una presa, alimentaba a ambos pollos y de esa manera, el halcón que había pasado de comida a ocupa, pasó después a convertirse en familia.

Quizá debido a ese cambio de actitud de los adultos, el polluelo de águila también comenzó a confraternizar con el otro, mostrando ya ambos un comportamiento que en todo parecía de hermanos.

Los naturalistas no daban crédito, pues ante sus ojos se estaba desarrollando una historia nunca documentada y menos filmada en directo. Era la primera vez que todos contemplaban sin salir de su asombro, esa extraña familia formada por tres águilas calvas y un halcón de cola roja.

Familia que además en las sucesivas semanas fue prosperando en armonía. Ambos pollos fueron creciendo, haciendo sus primeros pinitos en el aire y comenzando su propia vida en el cielo, bien cuidados y alimentados por la dedicada pareja de águilas adultas.

Merced a la animosa gente de Growls, el proceso completo pudo ser bien documentado, de manera que ahora esta increíble y conmovedora historia puede estar al alcance de todos.

Sigue siendo un misterio el comportamiento de las águilas calvas perdonando la vida al halcón y luego criándolo como propio. Se ha sugerido que quizá al haber perdido su pollo menor hacía no mucho, lo acabaran asociando al mismo, como si pensaran que había vuelto y por eso aceptaron al halconcillo.

Aunque de ser así, seguramente ese comportamiento hubiera debido ocurrir y ser observado en otras situaciones similares, sin que hubiera constancia de ello. Por ello esta familia ha resultado ser tan especial.

No me negaréis que, como os anticipaba, a pesar de haber sucedido en otra época del año esta no pasaría por ser una bonita historia navideña.

A lo largo de la entrada tenéis fotos de las aves protagonistas obtenidas por la propia Sharron y como colofón os adjunto al final dos vídeos de la webcam de Growls.

El primero arranca precisamente el día que comenzó todo y en el segundo, más largo,  se observa una especie de time lapse con el desarrollo de los acontecimientos desde el principio.

Espero os guste la historia y por supuesto en este día no podía terminar sin desearos sinceramente que paséis una entrañable Nochebuena y tengáis una muy feliz Navidad.


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