Hace no mucho, os hablaba de una misteriosa huella fósil con todo el aspecto aparente de haber sido causada por la suela de algún tipo de calzado, con todo lo que ello implicaría al estar tan fuera de lugar (www.misterioanimal.com/la-huella-que-no-encaja).

Si recordáis esa entrada, en el párrafo que la cerraba hacía referencia al Creation Evidence Museum, de Glen Rose, Texas, en el que se conserva aquel extraño ejemplar fósil. Pues bien, hay un aspecto que añade más misterio a esta historia y que provocó que el hecho de que ese museo se ubicara precisamente allí, no obedeciera realmente a la casualidad.

Y es que una de sus más celebradas muestras no se encuentra ciertamente en sus instalaciones, sino que puede verse a cielo abierto en sus alrededores.

La zona de Glen Rose es, por sus especificaciones geológicas, un área rica en rastros fósiles que desde siempre ha atraído la atención de científicos y aficionados. Sin embargo, no todo lo que se ha encontrado ha sido siempre fácilmente clasificable.

Eso sucede especialmente con una serie de huellas de pisadas que desde que aparecieron han sido objeto de una controversia tan encendida como la que suscitó aquella posible suela de calzado. Porque tan perturbadoras e increíbles serían unas como la otra.

Rutas Huellas.En efecto, en una zona concreta correspondiente al antiguo cauce de un riachuelo, aparecieron las huellas de algunos ejemplares de dinosaurios que seguían una trayectoria de marcha claramente perceptible.

Lo desconcertante, es que junto a ellas se pueden distinguir nítidamente lo que aparentemente no podrían ser más que huellas de pies humanos que dan la impresión de acompañar o seguir a los animales. Por si fuera poco, el tamaño de dichas pisadas haría suponer que esos seres eran auténticos gigantes.

Por increíble que suene, todo ello apareció, como decía antes, en el cauce seco de la antigua senda del río Paluxy, así como en sus riberas actuales, a su paso por las afueras de Glen Rose.

Es esta una zona geológica que los expertos datan coincidentemente como surgida a finales de la era mesozoica y por tanto con una antigüedad de unos 140 millones de años. Por supuesto es una época en la que había dinosaurios, pero ni que decir tiene que no seres humanos ni nada que se les pareciera, al menos esa seguridad nos da todo el conocimiento establecido hasta ahora.

Forma parte de un área más extensa conocida como “Valle de los gigantes”, precisamente por la variedad de restos fósiles de diversas especies de dinosaurios que han sido encontradas por allí. Entre esos restos o rastros abundan todo tipo de huellas que se han contabilizado por centenares.

El problema es que entre ellas hay algunas que no cuadran en absoluto. Y hablo en plural porque esas supuestas huellas humanas no han aparecido una única vez, sino que también figuran a decenas revueltas entre todas las demás.

Revisando Huellas.Ni que decir tiene que tal revoltijo resultó al principio desconcertante, luego ciertamente molesto por las implicaciones y finalmente polémico por las discusiones a favor y en contra, especialmente en cuanto a su autenticidad se refiere.

Las primeras y más detalladas investigaciones las realizó sobre el terreno el geólogo Cecil N. Dougherty, en varias fases entre las décadas de 1960 y 1970. Su historia y conclusiones las publicó a finales de 1971 en su libro “Valley of the giants” (El valle de los gigantes).

Casi como en una labor detectivesca, fue sacando a la luz diversos rastros de huellas, guiándose por la propia trayectoria aparente que llevaban, lo que le indicaba en qué dirección debía seguir trabajando para descubrir más rastros, como así fue sucediendo.

Para su gran sorpresa, comenzaron a aparecer también esas huellas humanas que también pudo ir anticipando en su trayectoria al igual que había hecho con las de los saurios.

Acrocanthosaurus.Hay un rastro tan especialmente vívido que el animal que lo dejó se identificó con claridad. Se trataba de un ejemplar de Acrocanthosaurus, un gran carnívoro parecido al T. Rex. El Dr. Dougherty fue sacando dicho rastro al descubierto poco a poco excavando con cuidado.

Durante toda la trayectoria, unas huellas de pies humanos le acompañan bien muy de cerca o alejándose un poco hasta unos 30 metros. Ambas series de huellas fueron continuadas hasta hacer una especie de trayecto conjunto muy bien definido.

Cuando estos primeros descubrimientos se hicieron públicos, no tardaron en ser tachados de fraude. Sin embargo aparecieron otras muchas huellas similares en las siguientes excavaciones y además los habitantes de la zona más ancianos contaban a todos los que les entrevistaban que todo eso siempre había estado ahí y que incluso sus ancestros ya les hablaban de algunas huellas ocasionales que se fueron descubriendo antaño por pura casualidad.

No había duda además sobre la antigüedad geológica de los terrenos y por ende de las huellas de dinosaurio, por otra parte perfectamente identificables por los expertos. Dado además que estaban por centenares, eran de muy diversas especies y se encontraban repartidas en un área muy amplia, quedó descartada la falsificación de las propias huellas de los animales.

Rastro Huellas.Rastro Huellas Detalle.Pero claro entonces, si todo el entorno era real, ¿Qué pasaba con las huellas humanas? Hacia allí apuntaban todos los focos de los escépticos en cuanto a considerarlas burdas falsificaciones, pero la verdad es que esa teoría también tenía sus complicaciones prácticas.

Se estudió especialmente una muestra de varias de ellas y se sacaron algunas conclusiones. Para empezar, se constató que la base sedimentaria dentro de las huellas era realmente antigua, es decir no había sido alterada recientemente con un supuesto tallado moderno. Por otra parte, se pudo medir que la tierra que se hallaba en la zona del talón estaba más compactada, como correspondería a una huella real, por el reparto del peso del cuerpo sobre el pie.

Y luego estaba el inconveniente de que no había una única huella sino que se acabaron descubriendo varias decenas, lo que convertía en una empresa considerablemente dificultosa, ardua y duradera en el tiempo, la tarea de realizar todas las falsificaciones ya fueran uno o varios los implicados.

Además, en estos años nunca fueron detectadas o reportadas actividades que pudieran indicar mínimamente ese extremo, ni por los habitantes de la zona ni por los profesionales y aficionados que frecuentan el área.

Por si fuera poco, excavaciones posteriores a finales de los años 90, como las realizadas entre otros por el profesor Hans Joaquim Zillmer, que también citaba en mi entrada anterior a la que hice referencia al principio, sacaron a la luz otros tipos de rastros humanos mezclados con los de los saurios, como huellas en este caso de manos, así como lo que sin duda parecían dedos fosilizados, en los que incluso todavía podría detectarse la estructura ósea.

Huellas mano.Fósil dedo.Hoy en día, algunas muestras han sido sufriendo algo de erosión producto de haber quedado al descubierto y también en algunos casos por puro vandalismo humano, pero siguen estando ahí para todo el que las quiera ver y palpar.

Desde luego la polémica no ha terminado y sigue habiendo especialmente dos bandos claros. Por un lado los evolucionistas, que como defensores de la teoría de la evolución de Darwin no conciben la realidad y veracidad de esas huellas humanas puesto que no encajan en absoluto y por otro los creacionistas, que defendiendo lo contrario, es decir la intervención divina y por tanto la nulidad de la teoría de la evolución, piensan que esas huellas son reales y de hecho una clara prueba de lo que ellos afirman.

Pareja Huellas.Es indiscutible que si esas pisadas humanas se certificaran unánimemente como ciertas, cambiaría radicalmente todo nuestro conocimiento establecido, tanto por la presencia humana en sí misma como por su descomunal tamaño y hay que reconocer que esas son palabras mayores, por lo que es hasta comprensible el rechazo que tal reconocimiento genera entre una buena parte de la comunidad científica.

Lo que tampoco es óbice para que sin prejuicios podamos constatar que alrededor de las tan traídas y llevadas huellas hay muchas pruebas circunstanciales que en conjunto ofrecen una perspectiva ciertamente inquietante, por cuanto nos haría plantearnos cuánto de lo que creíamos saber del pasado sabíamos en realidad y por tanto sí la historia global del planeta y la humanidad que teníamos asumida aconteció realmente así. Cada uno es libre de reflexionar sobre ello.

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