No cabe duda que la Naturaleza siempre encuentra la manera de sorprendernos. Hay animales a los que el imaginario colectivo ha otorgado el papel de enemigos jurados de la especie humana, aunque la tozuda realidad se empeñe en demostrar que más bien somos nosotros los que representamos un peligro cierto para casi todo bicho viviente.

Y si hay una especie representativa desde siempre de ese halo de violenta leyenda, esa es sin duda la del lobo, a los que en muchas ocasiones seguimos viendo como enemigos irreconciliables incapaces de acercarse a nosotros sin estar prestos a devorarnos de un bocado.

Pero siempre hay una excepción que confirma la regla indicándonos que las cosas pueden no ser así. En este caso dicha excepción la protagoniza el bueno de “Romeo”.

Nick Jans.Para conocer la inspiradora historia hemos de ubicarnos nada menos que en Alaska, para ser más precisos en las afueras de la población de Juneau, capital del estado. Debemos además remontarnos al año 2003. En ese punto y fecha encontraríamos viviendo en una zona agreste al fotógrafo y naturalista Nick Jans.

Un buen día como tantos otros, Nick había salido a dar un agradable paseo con su perro labrador por los boscosos alrededores de su casa.

En un momento dado, el animal echó una carrera hasta una zona en el linde del frondoso arbolado, cuando el hombre le siguió, se encontró con una monumental sorpresa que le dejó helado de miedo.

Cara a cara frente a su perro se encontraba un impresionante lobo negro canadiense. Temiéndose lo peor, Nick rápidamente buscó en su entorno cercano algo que pudiera servirles de defensa.

Romeo campo.Sn embargo, lo que sucedió inmediatamente a continuación hizo que se quedara doblemente helado, aunque en este caso más por incredulidad que por miedo, pues contra todo pronóstico, perro y lobo se pusieron a jugar y retozar alegremente.

Romeo retrato.Anonadado, Nick fotografío el momento sin sospechar que en ese momento daba comienzo una historia que iba a cambiar su vida y la de todos sus vecinos.

Porque ese no fue un encuentro furtivo y único, sino que contra todo pronóstico, en los días sucesivos, el lobo volvió al encuentro de Nick y su perro, que esperaba ansioso esos momentos de juego y aunque después el lobo siempre retornaba a los bosques, acababa volviendo de visita.

El fotógrafo comenzó a documentar fielmente esos cada vez más habituales encuentros y por supuesto no pudo evitar comentarlo con algunos vecinos quiénes hicieron correr la voz. Son del propio Nick las fotografías que ilustran esta entrada.

Aunque la noticia de un lobo adulto en las cercanías de sus casas intranquilizó a muchos en principio, pronto pudieron darse cuenta de que ese magnífico animal que había aparecido de manera tan misteriosa estaba dispuesto a ganarse su amistad.

Romeo jugando.Romeo y amigos.Tan es así que en los meses sucesivos, la mayoría de vecinos con perro se habituaron a sacarlos a pasear por la zona en la que acostumbraba a aparecer Romeo, como lo había bautizado Nick y como lo empezaron a conocer todos los demás.

De esa forma todos los cánidos, los domésticos y el salvaje hacían una piña de juegos para disfrute de los humanos, que incluso se atrevieron con el tiempo a acercarse por allí con sus hijos pequeños una vez se convencieron de que Romeo no representaba peligro alguno para ellos.

Es curioso además que nunca apareció ni se vio ningún otro lobo acompañando al amigable animal.

Romeo y amigo.Romeo y amigo 2.Los años fueron pasando y el afecto de las gentes del lugar por su amigo lobo, creciendo. Para entonces, algunos osados como el propio Nick incluso eran capaces de jugar con él, siempre manteniendo un cierto respeto ante un animal que seguía siendo salvaje, pero sin que se produjera nunca el más mínimo incidente.

Como anécdota recuerda Nick que una vez junto a un amigo llamado Harry, el lobo se les acercó con una rama en la boca a modo de juguete y como si fuera un perro, lo depositó a sus pies para que se lo lanzaran y poder ir a buscarlo.

En declaraciones al National Geographic, Nick comentaba que el lobo siempre estaba relajado y tranquilo en sus encuentros con los humanos y los perros y que evidentemente parecía disfrutar con su compañía, aunque no perdía su carácter salvaje pues nunca mendigó comida y de hecho a veces desaparecía durante dos o tres semanas lo que indicaba que por supuesto era perfectamente capaz de conseguir comer en la Naturaleza.

Romeo aullido.Para el fotógrafo, lo misterioso a la vez que maravilloso era cómo tres especies tan diferentes y en principio antagónicas como el hombre, el perro y el lobo habían creado un mundo de tolerancia, comprensión y amistad, en el que convivir en armonía.

Romeo, se convirtió por derecho propio en todo un símbolo en la localidad de Juneau y así lo fue hasta que a finales de 2009 desapareció para nunca volver.

Aunque jamás hallaron su cuerpo, todos aceptaron y sintieron el hecho de su muerte. Se hizo una ceremonia oficial en su memoria y por suscripción popular se erigió un pequeño monumento con una placa conmemorativa en el lugar en el que todos disfrutaron de su amistad. Dicho monumento sigue allí hoy en día y en su placa reza:

Placa Romeo.Libro.“ROMEO

2003-2009

El espíritu del amistoso lobo negro de Juneau

vive en este salvaje lugar”

También Nick, sin duda la persona que llegó a comunicar mejor con Romeo, quiso rendir un homenaje al que llegó a considerar su amigo personal, y que en sus propias palabras le dejó una huella imborrable, escribiendo un bonito libro en el que relata su historia, de título “A Wolf called Romeo” (Un lobo llamado Romeo).

Romeo paisaje.Podríamos ahora comenzar sesudas divagaciones sobre el porqué del comportamiento del animal, pero creo que lo verdaderamente misterioso y fascinante es que un animal salvaje en plenitud de facultades y desde su libertad, decidiera y eligiera buscar la compañía de hombres y perros, sus en principio enemigos, haciéndoles un precioso regalo, que los que lo vivieron nunca olvidaron y siempre guardarán en su corazón.

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