En esta ocasión os propongo acompañarme a conocer la historia de uno de los lugares con más siniestra fama, dentro de la ya de por sí inquietante categoría de los considerados embrujados.

Nos vamos a ir hasta los Estados Unidos, que como seguro no os será desconocido, cuenta con una larga y variada lista de enclaves de estas características, si bien el que protagoniza esta entrada se ha ganado un lugar de honor entre todos, por derecho propio.

Debemos llegarnos hasta el condado de Robertson, localizado en el extremo norte del estado de Tennessee, más exactamente a la tranquila localidad de Red River. Allí, en lo que antaño era una agreste finca agrícola, se levantó en origen la casa que con el transcurrir de los años se haría ominosamente famosa, me refiero a la Granja Bell.

Como suele suceder en estos casos, el inicio de la historia no tuvo nada de misterioso. Sus protagonistas, que darían nombre a la casa, fueron el señor Robert John Bell y su familia, que en la primera década del siglo XIX, abandonaron sus tierras natales en Carolina del Norte, para mudarse a Tennessee en busca de un futuro mejor.

Allí adquirieron una granja y un poco después unos terrenos adyacentes y comenzaron a explotarlos produciendo maíz. Estaban lejos de imaginar los aterradores sucesos de los que iban a ser protagonistas.

Sobre su origen, en la época se llegaron a barajar dos versiones, por lo que os las comento ahora para que estiméis si os convencen o no.

En primer lugar, resultó que el padre, para que sus negocios prosperaran de una manera más rápida, decidió asociarse con una mujer local, de nombre Kate Batts, que disponía del capital apropiado, pero también era acreedora de cierta mala fama en el pueblo como mujer huraña y misteriosa, cuando no inquietante y maligna.

El caso es que por causas diversas, la sociedad no llegó a despegar como todos hubieran querido y un tiempo después el señor Bell decidió romper el trato. Eso no sentó nada bien a la señora Batts que se sintió engañada y estafada. Para los de la primera versión este sería el origen de lo que sucedería después, puesto que según esa teoría, Kate Bell decidió vengarse utilizando sus conocimientos oscuros para lanzar una potente maldición contra John Bell y su familia.

En cuanto a la segunda versión, va sobre la hija menor de la familia, Betsy, que al parecer era de buen ver y no le faltaban pretendientes. Uno de ellos era un maestro local llamado Richard Powell, que en cierta forma llegó a obsesionarse con la muchacha y que cuando ella decidió comprometerse con otro joven llamado Joshua Gardner, no dudo en utilizar antiguos conocimientos que al parecer halló en manuscritos antiguos de su familia, para provocar que fuerzas extrañas acudieran en su ayuda para evitar el compromiso.

Sea como fuere y según cuentan las crónicas, la pesadilla para la familia comenzó un aciago día a mediados de 1817. El señor Bell se hallaba en su maizal cuando de pronto oyó un extraño crujir de ramas como si algo avanzara cerca de él.

John preparó su escopeta y avanzó hacia los ruidos y lo que vio le dejó helado, porque en un pequeño claro entre las plantas de maíz, se topó con un increíble ser.

Frente a sus ojos se hallaba una especie de oscuro animal inclasificable que recordaba a una mezcla entre un enorme perro y un caballo, aunque parecía moverse de forma semi bípeda y alucinantemente su cabeza era idéntica, no a la de ningún cánido o équido, sino a la de un conejo.

Tras reponerse de la sorpresa inicial, John reaccionó abriendo fuego contra la criatura. Esta a su vez dio un gran salto y desapareció a toda velocidad en el maizal sin que aparentemente hubiera resultado herida.

El señor Bell, contó por supuesto el incidente a toda su familia, que dudaron un poco de su historia, pero esa misma noche, durante la cena, todos pudieron oír extraños ruidos en el exterior como si algún ser estuviera andando por el porche mientras golpeaba y arañaba los muros y las contraventanas. Prefirieron no asomarse en la oscuridad y a la mañana siguiente pudieron encontrar en algunos puntos huellas como de arañazos, que no lograron identificar.

A partir de ahí ya no tuvieron descanso y rápidamente se pudieron comprobar que la fenomenología, además de ser cada vez más aterradora, se centraba claramente en la pobre Betsy.

Especialmente por las noches, la joven escuchaba como voces invisibles la hablaban al oído, recibía inesperados tirones de pelo o despertaba destapada con toda su ropa de cama tirada por el suelo.

También sus hermanos llamaban de madrugada a los padres diciendo igualmente que sus ropas de cama volaban o que tenían ratas negras royendo las patas de sus camas y corriendo por toda la habitación, ratas que el padre nunca conseguía localizar.

Pero sin duda la palma se la llevaba la chica. Con el paso de las semanas empezó incluso a despertar con huellas físicas de agarrones o de arañazos en su cuerpo y las cosas que le decían al oído eran espantosas. Para entonces Betsy ya había bautizado a la entidad que la atormentaba cada vez más violentamente, como “La Bruja Bell”.

Al final era ya toda la familia la que podía escuchar susurros y cánticos de una indeterminada voz femenina a la vez que podían experimentar otros fenómenos tal que ruidos extraños similares a golpes o como si se arrastrara algo, o caídas inexplicables de objetos de la alacena.

Pero no era únicamente en la casa, porque los maizales crecían peor que nunca y sus animales de granja enfermaban sin motivo o se ponían todos a la vez a vomitar su comida sin causa justificada.

Tras unos meses de suplicio, el padre no pudo más y decidió sincerarse con su buen amigo y vecino el señor James Johnston. Este recibió la historia de su amigo con incredulidad, pero ante el estado de nervios de John, decidió ir a pasar unos días a su casa junto a su esposa.

Ya en las primeras noches, los Johnston comprobaron aterrorizados que el relato era cierto pues ellos mismos pudieron ser testigos de la fenomenología, pudiendo escuchar cómo la voz misteriosa parecía recitar nada menos que pasajes de la Biblia y sufriendo la propia señora Johnston un par de terribles tirones de pelo por parte de un ser invisible.

Por su parte James, tuvo que sufrir sonoros bofetones que le dejaron la cara marcada a la vez que su ropa de cama salía por los aires. Intentó comunicarse con la presencia ordenándole incluso que en el nombre del Señor se identificara, dijera qué quería y parase ya, pero sin obtener respuesta alguna.

Por supuesto el matrimonio decidió abandonar la granja y ese fue también el origen de que la historia de los Bell y su maldición comenzara a circular por la comarca y cada vez más gente la conociera.

Para entonces los Bell llevaban más de un año de calvario y su nunca buscada fama iba creciendo a la vez que los intentos para acabar con sus males, que siempre resultaban infructuosos porque la intensidad de los fenómenos nunca decreció y de hecho había gente que se preguntaba cómo podían seguir viviendo allí.

Entretanto la parlanchina y siniestra entidad dejaba ya oír su voz de una manera clara y alta, cantando himnos sagrados y recitando pasajes enteros de la Biblia. En alguna ocasión llegó incluso a reproducir un sermón palabra por palabra, que el cura de una población distante más de 20 Kilómetros de la granja daba en ese momento. En los momentos álgidos era capaz hasta de mantener una conversación con los Bell.

Pero todavía un poco más tarde, entrado 1819, iba a acontecer un hecho que ya definitivamente haría que la Granja Bell llegara a ser conocida en toda la nación. Fue concretamente que noticias sobre la misteriosa granja llegaron hasta Nashville, en donde tenía su cuartel de operaciones el general Andrew Jackson.

Resultó que años atrás los tres hijos varones de los Bell habían estado una temporada sirviendo en el Ejército, llegando a combatir en la batalla de Nueva Orleans a finales de 1814, bajo el mando del general.

Casualmente ese 1819, el general, que llegaría a ser presidente de los Estados Unidos, se encontraba en una misión militar no lejos de allí y habiendo oído hablar de la terrorífica granja y recordando a aquellos hermanos soldados, decidió acercarse a echar un vistazo, junto con su destacamento, que constaba de un grupo de jinetes y un carro con los pertrechos necesarios para todos.

Pues bien, cuando embocaron la senda de entrada a la granja, los caballos se mostraron increíblemente reticentes a avanzar por más que los azuzaron. Todos eran expertos jinetes así que quedaron asombrados ante ese comportamiento.

Pero peor aún fue lo del carro. De repente se quedó frenado en seco y ya no hubo manera de moverlo, tal como si pesara mil toneladas, ni la fuerza combinada de los caballos de tiro junto a todos los hombres del destacamento logró que se moviera un milímetro a pesar de que el terreno era perfectamente llano.

Sorprendido por esos incidentes, Jackson no dudo en dirigirse a sus hombres comentando que todo debía ser cosa de la bruja Bell y que le pediría permiso para pasar. Así lo hizo y según cuentan, el propio general oyó una voz que le decía adelante indicando también que se volverían a encontrar esa noche.

Efectivamente, entonces pudieron ya seguir su avance, porque caballos y carro se movieron sin problemas, llegando a la casa y pudiendo saludar y conversar con los Bell para conocer su historia de primera mano.

Esa noche durante la cena, todos estaban alerta a la espera de que se produjera algún fenómeno, pero pasaban las horas y al parecer nada sucedía. Comenzaron a pensar que era por la presencia de los militares en la casa.

De hecho, entre los hombres de Jackson había uno que al parecer no era ajeno al mundo oculto y decían que había combatido ya contra alguna bruja y hechicero. Este hombre comenzó a decir que la bruja sabía que sí hacía algo él le dispararía una bala de plata y que por eso estaba asustada, al tiempo que les mostraba una curiosa pistola especial que era la que aniquilaba seres malignos.

Sin embargo, probablemente no debió haberlo dicho, pues casi de inmediato, el hombre comenzó de improviso a sufrir unas extrañas convulsiones y a quejarse a voz en grito de que le pinchaban con alfileres en todo el cuerpo. Por si esto fuera poco, todos pudieron ver como de repente el soldado salió volando por la puerta de entrada hacia el jardín como si alguien con una fuerza descomunal le hubiera propinado una tremenda patada en el culo.

Pudieron escuchar después como la voz tachaba de farsante al soldado y anunciaba que la noche siguiente volcaría su ira con alguien similar. Ante eso, los soldados pidieron al general marcharse de allí, pero Jackson, picado por la curiosidad, decidió quedarse hasta la siguiente noche, si bien sus hombres prefirieron montar tiendas y dormir en el exterior.

No se sabe muy bien qué ocurrió durante las horas de madrugada, pero lo que cuentan las crónicas es que a primera hora de la mañana siguiente se pudo ver por los caminos al general con su destacamento volviendo hacia Nashville, por lo que evidentemente no llegaron a pasar la segunda noche en la granja.

Pero en cualquier caso esa visita de un personaje de tal relevancia, llevó definitivamente a la familia Bell y a su historia a los primeros puestos nacionales de los relatos terroríficos y su granja pasó a ser conocida en toda la nación como sinónimo de lugar encantado, condición que ha mantenido hasta la actualidad.

Desde los sucesos se han publicado varios libros sobre el particular, como uno de los que más éxito tuvieron entonces, “An Authenticated History of the Bell Witch” de M.V. Ingram, publicado en 1894, o más recientemente “The Bell Witch: The Full Account”, publicado en el año 2000 por el investigador especialista Pat Fitzhug. El caso también ha sido objeto de todo tipo de estudios y artículos, así como diversos documentales y vídeos en los medios.

Pero volviendo a la época de los hechos, todavía faltaba por suceder uno de los más terribles puesto que tiempo después, John, el patriarca de los Bell, comenzó a sentirse mal y a enfermar. Para el otoño de 1820 se encontraba bastante mal y además la entidad ahora se cebaba con él. No le dejaba dormir, le abofeteaba y empujaba, se burlaba constantemente del hombre, llegando a hacer cosas como quitarle sistemáticamente los zapatos de los pies cada vez que quería salir de la casa y maldecía todo el rato al “Viejo Jack” como le llamaba.

El resultado fue que, tras haber entrado misteriosamente en coma el día anterior, el 20 de diciembre John falleció. Ese día mientras recogían todas las medicinas que había por la estancia, su hijo John Jr. descubrió un extraño frasco con un líquido espeso que no reconocieron y que nadie de la familia había visto antes. Cuentan que entonces le dieron un poco a probar a uno de sus gatos, que murió al instante. En ese momento pudieron oír a la bruja que proclamaba que le había dado una buena dosis del frasco al viejo Jack y que eso le había dejado listo.

Con repugnancia, John hijo arrojó el frasco a la chimenea, donde estalló con una llamarada azul que inundó toda la habitación. Desde entonces la muerte de John Bell está considerada como un rarísimo caso de persona asesinada por un ente fantasmal.

Unos días después fue su multitudinario funeral. Durante el mismo los asistentes pudieron escuchar carcajadas y burlas de las que nadie pudo descubrir el origen. Mientras los asistentes abandonaban el cementerio, la voz cantaba una canción sobre una botella de licor y no paró hasta que la última persona abandonó el recinto.

Con la muerte de John parece que los fenómenos, que tras la ruptura del compromiso de Betsy con Joshua Gardner habían quedado restringidos sobre todo al cabeza de familia, se apaciguaron casi por completo, como si la entidad hubiera cumplido su siniestra misión.

Sin embargo, en 1821 la viuda de John, Lucy, recibió la visita de la inconfundible voz que habló un rato con ella y le dijo que regresaría en siete años, cosa que cumplió, pues en 1828, Lucy y John Jr. pudieron charlar amplio y tendido durante casi tres semanas con aquel ente sobrenatural, sobre cosas como el origen de la vida, las civilizaciones antiguas o el cristianismo, siendo charlas intensas y sin el menor atisbo de cualquier fenomenología dañina.

Cuando se despidió les comunicó que en 107 años volvería para visitar al descendiente más directo de John Bell que hubiera entonces. Esa fecha llegó en 1935 y para entonces esa persona era el médico residente en Nashville, Dr. Charles Bailey Bell, que curiosamente había publicado un libro el año anterior contando la historia de su familia. Sin embargo no consta que después ni hasta su muerte en 1945, contara algo sobre esa hipotética visita de su espectro familiar ni si se llegó a producir.

Hasta aquí la historia, pero ¿Qué ocurre en la actualidad? Pues bien, la granja, la edificación original, hace años que ya no existe tal como era, sin embargo, los terrenos que ocupaba la casa con su finca, siguen siendo escenarios de diversa fenomenología paranormal y atrayendo a multitud de aficionados y curiosos que han descrito, voces y susurros, ruidos de niños jugando, de diversos animales que nunca se llegan a vislumbrar, como ratas, perros, gatos o caballos, se pueden ver a veces fuegos fatuos y luces extrañas en la oscuridad de la noche y las fotos que se obtienen en los alrededores tienen tendencia a no salir bien, mostrando neblinas, orbes e incluso lo que podría pensarse que son siluetas recortadas contra el fondo.

Por tanto si sois viajeros y aventureros, ya tenéis un sitio más al que dirigir vuestra curiosidad y en el que tendréis buenas probabilidades de tener algún encuentro inesperado. En la propia población de Red River encontraréis diversos hitos y carteles que recuerdan los hechos, demostrando que siguen presentes para ellos.

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