No descubro nada nuevo si os aseguro que hay motivos para pensar que hay algo más tras la muerte, incluso para nuestros amigos animales.

Se han sucedido y se suceden los casos que atañen a presencias fantasmales animales, especialmente cuando han tenido una estrecha relación con sus amigos humanos.

Este es otro de esos casos, que aunque no es realmente nuevo, sirve perfectamente para ilustrar una vez más lo que digo.

Los hechos fueron dados a conocer no precisamente por la mujer que los vivió, sino por su veterinario, que no era ajeno a la historia.

Todo había comenzado unos días atrás cuando una clienta le avisó de que a su perro, un labrador llamado “Pecos”, parecía haberle dado un ataque y no reaccionaba.

El médico acudió a casa de la señora para intentar ayudar, pero cuando llegó ya era tarde. El animal parecía haber sufrido un ataque cardíaco y desgraciadamente había muerto.

Era un momento triste, tal como ya le había tocado vivir en otras ocasiones en sus años de profesión, pero no aparentaba ser muy diferente a los demás.

Sin embargo, en esta ocasión se iba a producir un vuelco inesperado una semana después, cuando el veterinario recibió un correo de la dueña de Pecos.

El doctor quedó en shock al leerlo, puesto que la buena mujer le confesaba que tras la partida de su fiel amigo, había comenzado a experimentar fenómenos raros en su casa, especialmente sonidos y que el colofón había sido ese día cuando al ir al garaje a por su coche y mirar hacia un pequeño trastero en donde tenía todavía las cosas de su perro, se quedó boquiabierta.

No era para menos, porque aparentemente pudo vislumbrar en la penumbra a su querido Pecos tumbado en su caseta, como hizo tantas veces durante su vida.

Hay que resaltar que el garaje es privado y el trastero está completamente delimitado por una verja, que además dispone de cierre, parte de ella se aprecia en las imágenes, por lo que sería muy difícil pensar, por ejemplo, que un perro vagabundo se hubiera podido colar buscando refugio.

Asombrada, grabó un pequeño vídeo de unos segundos con su móvil, en el que básicamente hablaba de lo que estaba viendo y de que era su perro y se preguntaba si los demás también podría verlo.

Ese vídeo, junto a una foto de un frame ampliado, iban adjuntos al correo que envió al veterinario, por si este podía ayudarle a encontrar una explicación.

El hombre tampoco podía resolver sus dudas con sus conocimientos y a tenor de lo que podía o creía ver en el material que le enviaron, decidió subirlo a la red a través de un par de canales de misterio de investigadores de su zona.

Eso dio difusión al caso y pronto llegaron las consabidas explicaciones variadas, cuando no encontradas, amén de muchos comentaros de otras personas que decían haber vivido experiencias parecidas, tanto con perros como con gatos.

En esta ocasión, os incluyo a lo largo de la entrada diversos cuadros de ese pequeño vídeo, con ampliaciones incluidas, especialmente del momento en que más claramente parecería intuirse algo como la imagen de un perro, dentro de la caseta.

¿Quizá un fenómeno de pareidolia? O realmente había algo más en ese garaje. Hasta el momento y han pasado ya unos cuatro años, no se pudo determinar qué ocurrió realmente en esos minutos.

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