Normalmente las historias que aquí tratamos nos hacen viajar virtualmente por todo lo largo y ancho del globo, pero en esta ocasión vamos a quedarnos bastante más cerca, pues hoy no necesitaremos salir de España para encontrar nuestra porción de misterio.

Aquí, en la localidad de Tibi, a unos 18 kilómetros de Alicante existe una ubicación conocida por todos sus habitantes y muy visitada por cuanto la zona conforma un bonito paraje natural.

Estoy hablando del pantano de Tibi, que curiosamente ostenta un curioso récord como es el de ser el pantano en funcionamiento más antiguo de Europa, ya que su construcción original data nada menos que de 1594. Fue también por casi 300 años el situado a mayor altura en todo el mundo.

Se encuentra geográficamente entre los cerros de la Cresta y el Mos del Bou, almacenando las aguas del río Verde, con destino a la rica huerta alicantina.

No voy tampoco a extenderme mucho más sobre todos los datos arquitectónicos y técnicos referidos al pantano, ni tampoco sobre sus avatares históricos, pero cualquiera los puede consultar fácilmente.

Por el contrario, lo que sí es el objeto de esta entrada es algo que al parecer sucede desde tiempos inmemoriales precisamente teniendo como eje la zona de sus alrededores.

Y es que esos parajes son, según cuentan las leyendas, el hábitat de una criatura legendaria que despierta el terror en la zona levantina, hablo de la conocida como “Quarantamaula”.

Las descripciones que de ella han circulado a lo largo de los siglos, hablan de un ser mítico, al parecer de origen demoníaco, con quién puedes toparte si te acercas demasiado a los cañaverales que rodean el pantano.

Se dice que en ocasiones, en las noches más oscuras, se le puede oír a lo lejos cómo se desplaza pues cuando se mueve origina un sonido similar al de unas cadenas que se arrastraran por la tierra. Cuentan que antaño ese siniestro ruido en la lejanía ya era suficiente para que toda la gente se encerrara en sus casas sin atreverse a salir.

Su aspecto más generalmente explicado, es el de una onírica criatura mitad gallina, mitad hombre, de gran porte y aspecto feroz que al parecer visitaba las casas de los pueblos de alrededor haciendo ruidos por los tejados, e incluso lanzando piedras, para atemorizar a sus habitantes, especialmente a los niños.

Se dice que con sus actos pretende que los adultos salgan de sus hogares para ahuyentarla, con la idea de aprovechar ese momento y colarse rápidamente en la vivienda con el objetivo de llevarse a los pequeños. De ahí que en algunas comarcas sea el equivalente del “Coco” de otras zonas, que se utiliza para asustar a los niños que se portan mal.

Es curioso también que esta Quarantamaula, ha sido descrita además de otras formas muy variadas. Por ejemplo se dice que puede aparecerse bajo la forma de un gran caracol, pero a veces se habla de ella con la forma de un indeterminado ser demoníaco peludo y tampoco faltan las descripciones que la asemejan a todo un clásico, un gran gato negro de ojos de fuego.

Ante estas variaciones, resulta muy interesante destacar que en el imaginario colectivo han sido asimiladas de una manera natural asociándolas a la antigua idea tradicional de que el mal tiene infinitas caras y formas de presentarse, por ello las diversas apariencias de la Quarantamaula no serían sino la certificación de dicha idea.

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