Reptiles guerreros
Si hablamos de guerreros de leyenda, sin duda muchos de vosotros pensaréis en los míticos samuráis japoneses.
Popularizados en Occidente a través de leyendas, historias y sobre todo el cine, no se puede negar la atracción que despiertan, por sus capacidades para la lucha y también sus valores y códigos, que los convierten en únicos.
Sin embargo, lo que seguro que muy pocos conocéis es que dentro de toda la mitología que los rodea, en Japón hay un relato referido al origen de esta casta guerrera que seguramente os dejará con la boca abierta.
Para empezar hemos de irnos al formidable templo de Horyuji, en la prefectura de Nara. Construído en madera, es considerado uno de los más antiguos de todo el país al datarse sus inicios en el siglo VII. Se trata de una magnífica muestra del arte y arquitectura religiosa nipona, siendo visitado por multitud de turistas cada año.
Pues bien, habiendo en el mismo infinidad de detalles en los que fijarse, hemos de hacerlo en uno en concreto. O más bien deberíamos hacerlo, puesto que dicho detalle estuvo presente en el templo hasta 2017, año en el que las autoridades decidieron retirarlo de la vista pública y guardarlo en algún almacén que no se conoce.
¿Y qué era exactamente? El objeto en cuestión era una escultura. Un figura que representaba un guerrero, mostrado sentado de cuerpo entero a la manera japonesa. Hasta aquí nada raro. Sin embargo, el problema estaba en la efigie en sí misma.
Los visitantes quedaban impactados, porque el guerrero esculpido no presentaba facciones humanas, sino claramente reptilianas.
Por supuesto, el extraño era una de las atracciones de los turistas, pero también se prestaba mucho a la polémica, por lo que seguramente por eso y por no desvirtuar el carácter religioso y de meditación del complejo en el que estaba, decidieron retirarlo de su emplazamiento en un lugar preferente y guardarlo preservándolo de los ojos del público.
Pero claro, aunque misterioso samurái lagarto ya no se pueda ver, la duda que originaba sigue ahí ¿Por qué el artista representó algo así y además luego se ubicó en un lugar preferente del templo?
Hay una explicación. Todo viene de una leyenda que se antoja asombrosa, pero que ha permanecido a través de los tiempos en el imaginario japonés.
Según cuenta la tradición, en la antigua era de Edo, Japón estaba regido por el Shogun, algo así como el emperador.
La sociedad estaba dividida en estrictas jerarquías y lo interesante estaba en la última de ellas. Una que era designada nada menos que con el nombre de los “No humanos”.
Más sorprendente todavía son los detalles que se referían a esta casta, pues se nos cuenta que estaban ubicados fuera de las ciudades principales, confinados en pequeñas aldeas en los bosques, siendo excelentes cazadores y guerreros, pero en general sin contacto con el resto de las personas. Lo mejor viene cuando al describir su aspecto se dice con claridad que era de reptiles humanoides bípedos.
Por supuesto, su origen o procedencia quedaba envuelto en el más absoluto misterio por lo que siempre se prestó a todas las interpretaciones.
Se ha hablado de seres mutantes, de razas venidas de otros planetas en tiempos lejanos, las teorías abundan, pero el misterio continúa. Y más teniendo en cuenta que la mitología antigua japonesa no es ni mucho menos la única que menciona seres de este estilo.
En cuanto a la continuación de la historia, parece ser que el Shogun, conocedor de sus habilidades, encargó a estos seres que fabricaran armaduras y armas para su propia guardia, quedando tan encantado con el resultado, que convirtió a estos lagartos humanos en su nueva guardia personal.
Pronto, estos guerreros se hicieron temer y respetar allá dónde aparecieran, por su capacidad guerrera y sobre todo su aterrador aspecto. Dedicados por entero a servir al Shogun, se dice así que estos hombres lagarto acabaron siendo el embrión de los futuros y míticos samuráis, que heredarían sus técnicas, tácticas, equipamientos y códigos.
Quizá por eso, aquella estatua del templo estaba en un lugar bien visible, dando la importancia debida a la historia y a aquellos seres que la protagonizaron y originaron.
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