En este ajetreado mundo de las redes sociales, son infinidad las aplicaciones para todo uso y propósito, las conocidas apps, que han surgido en los últimos años.

Dentro de la parcela de las comunicaciones probablemente sea donde podemos encontrar algunas de las que han traspasado fronteras y se han convertido en imprescindibles para la mayoría de usuarios.

Y si nos fijamos en ellas, podremos observar también una posible división entre las que se han mantenido y crecido con el tiempo y aquellas que tuvieron su período de dominio absoluto para luego ir dejando paso a opciones más recientes que imponían nuevas modas.

Sin hacer ahora un listado publicitario exhaustivo, sabiendo que todos tenéis la mayoría de estas aplicaciones en la cabeza y posiblemente en vuestros móviles, sí quería centrarme en una en concreto para la historia de hoy.

Es la famosa Snapchat. Surgida hace unos años, se convirtió rápidamente en la reina indiscutible del lugar en su segmento y aunque el paso del tiempo y la aparición de nuevas apps que han conectado especialmente con los más jóvenes y desde ahí se han convertido en tendencia, han tenido como lógica consecuencia en un mundo tan dinámico que pierda un poco de protagonismo, sigue siendo muy utilizada.

No voy ahora a hacer una review técnica sobre su funcionamiento, uso y posibilidades completas, más bien hablaré de un par de funcionalidades que son decisivas para la historia que os contaré.

Sin duda, la posibilidad de hacer vídeos cortos, en plan selfies especialmente, ha sido y es una de las más utilizadas y dentro de ella dos de las opciones que contempla han dado pie a infinidad de vídeos creativos y divertidos, que muchas veces han trascendido el plano de lo personal para hacerse virales, creando incluso modas.

Me refiero al “Face swap” y al “Face mask”. Aunque supongo que para la mayoría estos términos no os serán desconocidos, os recuerdo ahora a grandes rasgos qué podemos hacer utilizando estos recursos.

En principio ambos sacan provecho de una funcionalidad que hoy en día la mayoría de cámaras de nuestros móviles poseen, como es el reconocimiento de caras o facial.

Utilizándolo, el face swap nos permite intercambiar las caras de dos personas, dando lugar a divertidas composiciones que todos habréis visto mil y una veces. También hay que decir que el mismo principio se empezó a utilizar posteriormente para intercambiar caras de personas y animales o caras y cosas, logrando de esta forma montajes que pueden llegar a ser hasta siniestros. Tenéis ejemplos a lo largo de estas líneas.

Por su parte, el face mask permite añadir efectos a nuestra propia cara, logrando esas divertidas imágenes que también todos conocemos, de gente con orejas y hocico de animales, con flores alrededor, enmarcadas…

Pues bien, una vez comentado esto, habréis de saber que como en todo, de aquí han surgido a lo largo del tiempo no pocas modas, retos o costumbres y para llegar al centro de nuestro tema, voy a hablaros de una de las que todavía hoy podemos llegar a saber de alguna muestra de vez en cuando.

Por increíble que parezca, consiste en utilizar esas funciones para intentar descubrir presencias o fenómenos paranormales en nuestro entorno, de tal forma que acaben apareciendo en nuestra composición.

Parece que el detonante para que la gente comenzara a pensar en estas cosas, surgió en Twitter en 2016, más precisamente el 11 de septiembre. Ese día, una usuaria francesa de nombre “kilyanee”, publicó un inquietante tweet, haciendo público algo muy extraño que le había sucedido y que además quedó grabado en un pequeño vídeo.

Ella estaba haciéndose un vídeo selfie con Snapchat, poniéndose orejas y hocico de perro, cuando de repente, a su izquierda apareció de improviso otro “perro” que además tenía la forma de un dálmata y que no era el que la propia kilyanee había elegido para sí misma.

Lo que pasa es que completando ese perro no había ninguna cara visible. A la derecha, la composición que buscaba la chica sí estaba saliendo como ella esperaba.

Pero todavía iba a suceder algo más extraño y es que el dálmata misterioso iba a comenzar a sacar la lengua, como también el perro virtual de kilyanee hace siguiendo el movimiento de ella misma. El problema es que para que el dálmata inesperado hiciera eso, su cara acompañante debería comenzar a gesticular también, pero como dije, allí no había más cara humana que la de la ahora ya incrédula joven, como puede verse en el cambio de su expresión en el vídeo, que podéis ver a continuación:

Es decir, supuestamente Snapchat reconoce tu cara y que quieres utilizar ese filtro face mask y sobre tu imagen, que seguirá en todo momento, superpone la máscara virtual que hayas elegido, para realizar la composición. La cuestión, claro, es que para que la app realice todo ese proceso, antes debe reconocer una cara delante, por lo que en el caso de kilyanee, ¿Qué otra cara que no resulta visible estaba reconociendo Snapchat?

¿Podría haber estimado que allí había “alguien” más a pesar de que todo parecía indicar que no? Lo cierto es que de una manera o de otra la aplicación se comportó exactamente igual que si frente a la cámara hubiera una segunda persona que además no se limitó a estar quieta sino que encima se puso a gesticular como si imitara a la mujer y por tanto se produjo el mismo resultado, con el misterio añadido de pensar quién eligió el filtro del dálmata.

Lo curioso es que la protagonista de la historia volvió a encontrarse con el misterioso dálmata en otros días e intentos, hasta el punto de que lo bautizó con el nombre de Jean-Kevin y publicó algún tweet más en su compañía.

Obviamente lo más rápido es pensar en un error del software que por así decirlo duplicó las salidas, aunque los movimientos de una y otra composición no se puede decir que sean exactamente simétricos en forma y tiempo y además acaben participando dos patrones, dos perros, diferentes y no el mismo en los dos casos.

Lo cierto es que cuando kilyanee subió el vídeo mostrando su extrañeza, no tardó en hacerse viral. Derivado de eso, como anticipaba antes, surgió una especie de afición por conseguir imágenes misteriosas gracias a la aplicación y durante los meses siguientes muchos otros usuarios mostraran composiciones con Snapchat que no habían salido como se esperaba y desde luego daban lugar a inquietantes imágenes que de alguna forma parecían indicar algo fuera de lo normal.

Tenéis por los márgenes algunas otras muestras, también de face swap, aunque bien es cierto que en la mayoría de los casos sí parece tener más sentido la explicación de un fallo de software, concretamente en la ubicación y colocación en la que debe situar el óvalo de la cara, lo que produce que aparezca como flotando por ahí y el lugar en el que debería estar se rellene de alguna forma para no dejarlo vacío.

Por supuesto también podría tratarse de un fallo más elemental como sería algún error en la implementación del módulo de reconocimiento facial que provocaría que reconociera caras en lugares en los que no las hay.

Y claro, luego está la otra parte, que en realidad todo sea mucho más preciso y potente que nuestros propios sentidos y nos esté mostrando que en ocasiones, al hacernos un selfie no estamos tan solos como pensábamos.

Para finalizar un apunte simpático. No deja de ser curioso que el propio logo de la aplicación sea precisamente un pequeño fantasmita.

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