Hay animales particulares que misteriosamente parecen comprender y asimilar cómo comportarse frente a los humanos de cara a salir beneficiados y evitar daños.

Teniendo en cuenta el general temor que instintivamente provocamos al resto de las especies, resultan destacables esos comportamientos individuales.

Cierto es que tampoco es lo mismo si hablamos de animales habitualmente salvajes que de los habitualmente domésticos, pero eso no quita para que los ejemplos de esos comportamientos inteligentes nos atraigan.

Un gato callejero no deja de tener ese resquemor hacia los humanos nacido de incontables generaciones, pero el que os citaré a continuación supo deducir que nosotros éramos su mejor opción.

Nuestra historia comenzó en 1997, en el puerto de Viareggio, una localidad toscana eminentemente pesquera.

Allí y en una caja de cartón, apareció un pequeño gatito atigrado de apenas semanas de vida. Cuentan que al principio había alguno más, pero desaparecieron.

Un par de señoras bienintencionadas, comenzaron a llevarle por las tardes algo de leche, siempre con el pensamiento de que no lo iban a encontrar o habría muerto, pero el pequeño felino estaba resuelto a sobrevivir e invariablemente lo encontraban en su caja esperando con ansía la salvadora leche.

Algunos otros vecinos llegaron a conocer la historia y aunque no surgió nadie que se lo llevara a su casa para adoptarlo, si por el contrario cada vez eran más las personas que le llevaban suministros y se preocupaban por el minino en su rinconcito del muelle.

Así, el inteligente animal supo ver que esos humanos estaban allí para ayudarlo y poco a poco fue tirando para adelante.

Como buen gato, a medida que iba creciendo comenzó a explorar su entorno y pronto se dio cuenta de que todos los días llegaban barcos de pesca y raro era el día que no conseguía hacerse con alguna sobra de las capturas recién llevadas al muelle.

El animal cayó en gracia entre los pescadores y al cabo del tiempo todos ellos le conocían y respetaban a la vez que no dudaban en darle algún pescadito que el animal devoraba encantado.

No se sabe en qué momento alguien decidió ponerle el nombre de “Ettore”, pero lo cierto es que así acabó siendo conocido por todos los habituales del puerto, que se acostumbraron a ver al gato esperar pacientemente el regreso de los barcos a diario, para recibir a los pescadores con todo tipo de mimos que estos agradecían alimentando al simpático felino.

Su casa pasó a ser el muelle y tenía no uno, sino decenas de amigos humanos que se preocupaban por él y que disfrutaban alegres de su presencia allí. Era, en realidad, el gato de todos. El gato de los pescadores, como llegó a ser conocido en todo el país.

Con el tiempo, hasta los turistas acababan conociendo su historia y no dudaban en hacerse fotos con el minino, que se convirtió en toda una celebridad en la villa.

Durante años, esa unión entre hombres y gato permaneció indisoluble, hasta el final de 2016, diecinueve años después.

A principios de diciembre, el animal fue encontrado enfermo en muy mal estado y aunque lo llevaron a un refugio para intentar que resistiera, el 15 de diciembre el querido Ettore llegó al final de su viaje aquí.

Fue una conmoción en Viareggio. Todos lloraron al pequeño y cariñoso animal que durante tantos años se había ganado sus corazones.

Nunca le olvidaron y prueba de ello es que tiempo después, las buenas gentes de la localidad organizaron una colecta de fondos para poder erigir una estatua en su recuerdo. Lo consiguieron y ahí sigue hoy en día en uno de sus puntos favoritos en el muelle, recordando su presencia.

Se creó también una asociación benéfica con su nombre, que ayuda y proporciona alimento a otros animales, con las colaboraciones de gente anónima y que dispone de su propia web, en la que no falta el recuerdo de Ettore:

https://ettoreilgattodeipescatori.com/

Y puedo deciros que hasta le hicieron una canción. El cantautor Joe Natta, compuso una melodía en su honor llamada precisamente “Ettore el gato de los pescadores” que como colofón os añado al final de la entrada.

Sea por lo que fuere, está claro que el entrañable Ettore, lejos de verse solo y abandonado en el mundo, decidió luchar y hacerlo en compañía de esos extraños de dos patas a los que entregó también toda su amistad y agradecimiento, siendo realmente correspondido por los humanos, en uno de esos casos que siempre desearías que fueran mucho, pero mucho más abundantes.

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