En Estados Unidos podemos encontrar un lugar con una inquietante leyenda, me estoy refiriendo a La Meseta de la estampida.

Este paraje es una zona llana, localizada en el Blanco Canyon, a unos 32 Kilómetros al sureste de la población de Crosbyton, dentro del condado de Crosby, en el norte deTexas.

La denominada Meseta de la estampida, con una extensión de casi 81 Hectáreas, se encuentra situada sobre el curso del White River y flanqueada en unos de sus laterales por formaciones rocosas que conforman riscos de alrededor de 30 metros de alto. Es un área de pastizal, de ahí que fuera muy utilizada como zona de paso y reposo por muchas caravanas de ganado en los tiempos del Oeste y de ahí el origen de su nombre y su leyenda.

Todo comenzó en Otoño de 1889, cuando un capataz ganadero apellidado Sawyer comandaba una expedición junto con sus hombres para transportar casi 1.500 cabezas de ganado hacia la zona de construcción del ferrocarril en Kansas.

Una noche pararon a descansar en la meseta que ya conocemos. A primera hora de la madrugada, los vigilantes vieron una persona deambulando entre la parte de atrás de la manada y avisaron a Sawyer.

Cuando fueron a su encuentro el hombre les relató que conducía una manada de 40 cabezas y que él estaba ya también descansando en la meseta, pero que al llegar ellos con su enorme manada, algunas de sus reses se habían acercado y mezclado con las de Sawyer y tan sólo estaba buscándolas para cogerlas de vuelta.

Este último que estaba al igual que sus hombres agotado y deseando descansar tras el duro día conminó al desconocido a que volviera a su campamento y suspendiera su búsqueda hasta la mañana. El extraño se negó en principio alegando que tan sólo pretendían robarle sus reses, pero acabó aceptando cuando Sawyer le “convenció” a punta de Winchester.

Se acercaba al lugar además una potente tormenta por lo que los hombres volvieron rápido a su propio campamento. Unos pocos hombres quedaron repartidos de guardia y todos los demás se fueron a dormir sabiendo que allí tenían los pastos y agua que su ganado necesitaba.

Todo parecía estar bien, pero un tiempo después, en pleno fragor de la tormenta, los hombres que dormían se despertaron sobresaltados por un estruendo aún mayor que todos reconocieron de inmediato. Se había producido algo realmente temido por todos los vaqueros y más en una manada de esas dimensiones: ¡una estampida!

Para su terror vieron además que, mientras algunos hombres habían logrado montar y trataban desesperadamente de reconducir a semejante marea en movimiento, las reses en lugar de ir en dirección hacia la suave bajada hacia el río se encaminaban hacia los altos riscos laterales y su caída a plomo.

El desastre fue inevitable. Casi 800 cabezas de ganado y dos de los hombres de Sawyer se precipitaron barranco abajo. Cuando el resto de vaqueros lograron hacerse con las demás reses y reconducirlas hacia zona segura todos estaban consternados y sin explicarse qué había podido producir la tragedia, pues aún contando con el ruido de la tormenta ellos sabían que el ganado estaba acostumbrado y que era difícil que fuera la causa inicial de la estampida.

Sin embargo, uno de los hombres relató a Sawyer que aunque no podría poner la mano en el fuego, creía que en los primeros momentos de la huida en tromba de los animales había vislumbrado al desconocido montado a caballo entre las reses, agitando una manta y voceando para provocar su miedo.

En cuanto amaneció, todos fueron directamente al campamento del extraño. Cuando le interrogaron él negó haber hecho nada, pero allí nadie le creyó por lo que decidieron tomarse la justicia por su mano. Le ataron las manos a la espalda, le vendaron los ojos y le hicieron montar en su caballo en sentido contrario al de la marcha, para a continuación azuzar al animal a base de disparos al aire directamente en dirección a los riscos. Caballo y jinete se precipitaron de esa manera hacia su muerte.

Después de cumplida su venganza, Sawyer reunió las reses supervivientes de la noche anterior y partió junto a sus hombres hacia Kansas.

Meseta Detalle

Es a partir de este momento cuando las cosas empezaron a no ser normales en la meseta. Tan sólo un año después había otra manada pernoctando allí. Esa noche ni siquiera había tormenta, pero el caso es que de madrugada se produjo una estampida general que tuvo como resultado la pérdida de casi todas las cabezas de ganado y también de prácticamente la totalidad de los vaqueros que las guiaban. Ninguno de los supervivientes pudo explicarse jamás cómo se había producido la estampida.

En las temporadas siguientes la mala fama de la meseta se fue extendiendo a medida que nuevos relatos se fueron uniendo a los primeros. La zona empezaba a ser ya evitada por las caravanas en ruta, pero siempre había algunas que paraban allí…lamentándolo después.

Hubo vaqueros que explicaron que no pudieron dormir en toda la noche, pues oían el fragor de una estampida y salían de inmediato para contener a su ganado, tan sólo para ver que sus animales descansaban apaciblemente.

Pero también se produjeron nuevas estampidas misteriosas en otras ocasiones con gran pérdida de reses y vidas humanas. Lo más curioso es que entre esos nuevos casos comenzaron a circular relatos de los escasos y asustados supervivientes que venían a coincidir en haber observado entre los animales a un jinete que nadie había visto hasta entonces y que agitando una manta provocaba el pánico entre las reses.

También fueron llegando relatos en los que se decía que se habían visto otros jinetes extraños cabalgando entre la parte delantera de la manadas en estampida intentando detenerlas sin éxito.

Cuando al final de cada desastre se recuperaban los cuerpos de los vaqueros fallecidos, nunca se encontraban otros que no fueran de la partida correspondiente en cada caso.

Con el tiempo, ninguna otra caravana volvió a pernoctar más en la Meseta de la estampida.

Pero es que aún hoy, esporádicamente se repiten relatos de excursionistas que han acampado allí y que son sacados súbitamente de su sueño por un tremendo estruendo como de miles de animales desmandados que les hace salir con el corazón en el pecho de sus tiendas para encontrase tan sólo con los verdes prados y el brillante cielo nocturno.

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