Willow y Tábata en la mañana brumosa.No cabe duda de que si hay un animal entre los llamados domésticos que se haya relacionado desde siempre con el Mundo de lo Desconocido, ese no es otro que el gato.

Los felinos han fascinado a los humanos desde la más remota antigüedad y de esa fascinación nació sin duda el deseo de tener nuestros propios leones o tigres. Los egipcios acabaron por comenzar a dar forma a ese deseo cuando tras trabajar con gatos salvajes de la zona hicieron surgir a la que se considera la raza primigenia y de de la que acabarían descendiendo todas las de gatos domésticos que conocemos hoy: el mítico Mau egipcio.

Representó para ellos una ayuda inestimable en el control de las plagas de roedores que amenazaban sus cosechas y comenzaron también a valorar y de qué manera su aportación como animal de compañía.

Todos hemos oído las historias referidas a la extraordinaria importancia que daban los egipcios a sus gatos, cómo cuando uno moría sus amos se depilaban las cejas en señal de duelo, o que la pena por causar la muerte de un gato era también la muerte del causante.

Los gatos fueron representados en innumerables esculturas y pinturas. También eran momificados al igual que los humanos y en numerosas excavaciones se han encontrado momias felinas.

Bastet.Representación de Bastet.Se dice también que la tan nombrada reina Nefertiti se perfilaba los ojos con polvo de lapislázuli para intentar que tomaran la forma rasgada de los de un gato.
Y cómo no hablar de la diosa Bastet, la protectora de los hogares, una de sus deidades más importantes y representada con cuerpo humano y cabeza de gato, o también con figuras de gatos.

Tal como en nuestros tiempos, no cabe duda de que los pueblos antiguos como los egipcios se vieron en primera instancia fascinados por las propias cualidades físicas de nuestros amigos felinos, ya de por sí asombrosas, como su elegancia, su agilidad para saltar o trepar, su facilidad para ver y desenvolverse en la oscuridad, su capacidad auditiva o su espíritu indómito.

Pero no es menos cierto que el salto hacia pasar a adjudicarles otro tipo de capacidades más allá de las propiamente físicas tuvo que ser casi natural y de hecho ha sido compartido por todas las civilizaciones posteriores a medida que los gatos y sus razas se iban expandiendo por todos los continentes y pueblos.

Se les consideraba los portadores de las llaves del reino del más allá y como curiosidad puedo también citar que en un papiro egipcio hallado en unas excavaciones en Saqqara, la necrópolis principal de la antigua ciudad de Menfis se pueden leer unos comentarios sobre los gatos en los que se expresa que: “Cuando tú piensas, él te comprende aún si tus labios no se mueven ni tu boca pronuncia palabra alguna. Él lee en ti con la mirada de los dioses”, en una descripción evidente de lo que serían poderes telepáticos.

Momias de gatos en el Museo Británico.Y no deja de ser curioso cómo culturas separadas por el tiempo y el espacio y con muy diversos fundamentos, organización o creencias, han coincidido sin embargo en asociar a los gatos con el mundo del más allá y como una especie de puente entre nuestro mundo y el otro.

Fue especialmente durante la Edad Media europea cuando ese emparejamiento del gato con lo desconocido experimentó un inusitado y dramático apogeo al unir el destino del felino con el de las denostadas brujas. Todos hemos oído hablar de las persecuciones y las quemas de brujas tan comunes en aquellos años, cuando los en el fondo aterrorizados hombres de la época buscaban explicaciones y remedios a tantos y tan graves problemas que les acosaban como guerras, epidemias, plagas, hambre…Era natural que ante la incapacidad de dar con otro tipo de soluciones, las intentaran encontrar en el plano inmaterial y más concretamente buscando culpables en el mundo oculto.

Al fin y al cabo, si todo iba mal seguro que era por culpa del demonio y por tanto había que combatir a sus enviadas en la tierra, las brujas. Por supuesto eso incluía acabar con cualquier ayuda que pudieran tener para ejecutar su maligna labor y ahí entraba el humilde gato.

Gato al que, como todos sabemos especialmente si era negro, se le atribuía la propiedad de funcionar como una especie de intercomunicador infernal y de ahí que las brujas lo utilizasen con profusión para reforzar la efectividad de sus malignos hechizos pues ayudaba a dirigir la energía negativa a donde era necesario.

Se decía que las brujas se comunicaban con sus gatos telepáticamente (se mantiene en el tiempo la idea, si recordáis el papiro egipcio que citaba más atrás) y que tenían la facultad de transfigurarse en gatos negros para poder desplazarse sin ser detectadas. Es muy probable que la conocida idea de que cruzarse con un gato negro trae mala suerte se originase en esos tiempos.

Sea por una cosa o por otra o con mayor o menor justificación, el hecho como bien conoceréis, es que miles de mujeres y de gatos fueron muertos de diferentes y crueles maneras, sobre todo en la hoguera, en aquella oscura época por toda Europa.

Aunque desde luego en lo que respecta a los gatos, el hombre acabó pagándolo no muy tarde y a un precio realmente caro, cuando la feroz epidemia de peste que asoló el continente europeo se cobró las vidas de millones de personas, que sólo entonces se dieron cuenta de lo que habían estado haciendo cuando clamaban por todos aquellos gatos que habían eliminado y hubieran podido contener las plagas de ratas que se expandieron terriblemente al desaparecer su depredador principal y que fueron las principales transmisoras de la enfermedad.

Desde entonces las cosas fueron evolucionando en la relación hombre-gato hasta llegar a nuestros días en que sin duda los pequeños felinos se han convertido junto con el perro, que de siempre había sido el animal doméstico por antonomasia, en el otro animal de compañía por excelencia, habiendo conseguido cautivar a legiones de apasionados en todo el mundo, entre los que con entusiasmo me incluyo, e incluso llegando a ser más numerosos en los hogares que los propios perros en países como Alemania o Francia.Gatos egipcios en el Museo del Louvre.

Pero el gato no deja de ser el gato y sigue manteniendo ese carácter y esas peculiaridades que a la vez que nos fascinan nos hacen cuestionarnos muchas cosas, por eso aún hoy en nuestro siglo XXI, continúa siendo sin duda el animal más ligado a lo sobrenatural.

Al gato se le siguen atribuyendo multitud de capacidades que van más allá de las puramente físicas, a pesar de ser muchas de las mismas sorprendentes ya de por sí, y aunque a veces varían un poco según la zona geográfica donde nos encontremos, en general coinciden en gran manera.

Se habla por ejemplo de que pueden ser capaces de predecir desastres naturales, o que si al limpiarse se frotan repetidamente una oreja nos están señalando que se aproxima una tormenta, si en cambio no se frota la nariz nos está vaticinando buen tiempo y si rasca el suelo sólo en una determinada dirección será la que traiga el viento.

Si bien estas particularidades podrían achacarse simplemente a unos sentidos mucho más desarrollados que los nuestros que les permiten percibir sutiles cambios en el entorno invisibles para nosotros, hay cualidades que no tienen una posible explicación tan directa.

Y aquí entramos ya en el terreno de lo que serían los posibles poderes “Psi” o extrasensoriales de los gatos. Por ejemplo sigue estando muy extendida la idea, que recordemos una vez más se ha mantenido en el tiempo desde el remoto antiguo Egipto, de que los gatos son capaces de comunicarse telepáticamente. Muchos de los que hemos tenido gatos podríamos comentar anécdotas que desde luego parecen sugerir eso mismo.

Pero es que además, especialmente durante la explosión de la moderna parapsicología con su llegada a algunas universidades a finales de los años 70 y principios de los 80 del pasado siglo XX, se realizaron estudios que venían a incidir en otorgarle al gato un estimable poder telepático.

Profesor Robert Morris.Así sucedió por ejemplo con los realizados a partir de 1974, bajo el auspicio de la prestigiosa Sociedad para la Investigación Psíquica (SPR, por sus siglas en inglés), por el Profesor Robert Morris (1942-2004) quien llegó a ser desde 1985 hasta su retiro el director de la Unidad de Parapsicología enclavada dentro de la Escuela de Psicología, Filosofía y Ciencias del lenguaje, de la Universidad de Edimburgo.

En sus estudios, el Profesor Morris utilizaba unas plantillas numeradas que colocaba en el suelo, como puede verse en la imagen que acompaña al texto, junto a una puerta cerrada, al otro lado de la que se situaban los voluntarios. A continuación dejaban suelto un gato en la habitación de la plantilla, gatos por cierto que no recibían a priori ningún entrenamiento o condicionamiento específico. Entonces el voluntario debía pensar en un número de los contenidos en la plantilla y la teoría era que el gato debería dirigirse, acercarse o mostrar un interés especial, en definitiva, por la zona concreta en la que estaba dicho número.

Pues bien, al final de las sucesivas y repetidas series de prueba y una vez recopilados y analizados todos los datos, resultó que los gatos habían conseguido captar esos números en un porcentaje que superaba en varios puntos al esperado estimando el factor casualidad. Pero además, en los casos en los que entre el gato y el voluntario había de por sí una afinidad, por ejemplo era su propio gato, el porcentaje de aciertos en todos los casos llegó a ser con claridad inexplicable acudiendo a la simple casualidad.

Se llegó a decir entonces en las conclusiones, tras reconocer que los resultados excedían a los explicables casualmente y quizá para tampoco argumentar nada demasiado rompedor, que podía ser que el gato captara algún tipo de energía eléctrica que pudiera emitir la persona pero que eso no se podía investigar en ese momento al no disponer de aparatos capaces de hacerlo.

Bueno, quizá lo quisieron vestir un poco para tampoco asustar a la oficialidad del momento, pero a mí me parece que sin más estaban hábilmente confirmando la existencia de una comunicación telepática de manera que no les tiraran para atrás las conclusiones por demasiado osadas.

Dr. Karlis Osis.Aún así, el Profesor Morris tampoco había sido el pionero, pues ya a principios de la década de 1950, el Dr. Karlis Osis (1917-1997), en el famoso laboratorio de Parapsicología de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, había experimentado con gatitos intentando ver si los lazos afectivos con humanos eran capaces de alguna manera de crear algún tipo de vínculo que facilitara la comunicación.

Para sus experimentos utilizaba unos laberintos en los que introducía a los gatitos, intentando después influir en el camino que siguieran a izquierda o derecha por el interior según una secuencia aleatoria para cada gato que él se marcaba de antemano. Los resultados arrojaron, al igual que sucedió después con los experimentos del Profesor Morris, unas coincidencias con las órdenes que intentaba transmitir bastante superiores a las atribuibles al azar.

Pero su principal hallazgo fue el de documentar que los gatitos que más veces se movieron en el sentido que mentalmente les indicaba eran aquellos con los que había conseguido una relación más estrecha de cariño mutuo y el campeón de todos ellos era el gatito que el Doctor Osis paseaba por todo el laboratorio subido cómodamente en su hombro y que sin duda fue el animal con el que había alcanzado una relación afectiva más intensa.

Siendo estos estudios relevantes, con ellos rascamos la superficie pues todavía podemos sorprendernos más cuando profundizamos en otra serie cualidades que dentro del área extrasensorial se les atribuyen a los gatos y que ligan de una manera directa con el mundo espiritual.

La metafísica moderna de hecho ha acuñado un término, “Anpsi”, abreviatura de Animal Psychic Phenomena, para poder agrupar todos estos fenómenos, en los que el gato ocupa un papel estelar, pues ninguna otra especie aparece en tantos apartados. De hecho según algunas fuentes se llega a considerar que la capacidad mediúmnica de los gatos está por encima de la de los seres humanos.

Según los estudiosos de estas temáticas, nuestros gatos domésticos serían como unos potentes catalizadores energéticos. Se les considera capaces por ejemplo de poder ver el aura de una persona y sin duda una de sus principales cualidades en este plano, única entre los animales, es la poder absorber y diseminar las energías negativas, en especial las nuestras propias o las de nuestros hogares, incluyendo las que pudieran proceder de fuentes de otros planos energéticos, funcionando en este sentido como una especie de ionizador espiritual, alimentándose de cualquier mala energía para reciclarla convirtiéndola en inofensiva; probablemente sea esa una de las causas por las que acariciar a un gato resulta algo tan placentero.

Es por eso también que en ritos todavía utilizados del Kimbanda, curanderismo muy extendido en Brasil y proveniente de Angola, donde el vocablo significa en lenguaje nativo, “Aquél que se comunica con el más allá”, o incluso también del Vudú caribeño, el gato sea utilizado como una herramienta o puente energético para direccionar energías en los conjuros.

Hasta en algunos círculos esotéricos se llega a afirmar que precisamente por esa capacidad de absorber y capturar energía el gato sería capaz de entrar en trance e incluso de levitar.

Por otro lado, se dice también que si miras a un gato fijamente a los ojos puedes ser capaz de ver el más allá y de abrir una puerta de comunicación, creando una especie de vínculo sensorial animal-hombre y haciendo que el gato se convierta en una suerte de guía entre el mundo de lo material y el de lo espiritual.

El gato Óscar.Hace un par de años se convirtió en un fenómeno viral en Internet la historia de “Óscar” el célebre gato que predice la muerte. El minino en cuestión habita en el Steere House Nursing and Rehabilitation Centre, de Providence en el estado norteamericano de Rhode Island, y fue adoptado tácitamente por el personal y enfermos del mencionado hospital al punto de que vive y se desplaza libremente por las instalaciones.

La característica que lo hizo mundialmente famoso es su extraordinaria habilidad para saber el momento en el que va a morir un paciente determinado. Cuando faltan unas horas para el deceso, invariablemente Óscar entra en la habitación del enfermo y se queda acompañándolo ya hasta su muerte. Da igual el tipo de dolencia que aqueje a la persona, el gato conoce cuando va a morir. De hecho si la puerta de la habitación a la que quiere acceder estuviera cerrada se planta allí y rascará la puerta hasta que le permitan pasar.

No hace eso con ningún otro paciente ni por comida ni por caricias, tan sólo con los que van a morir. Una vez las enfermeras de guardia lo llevaron a la habitación de un enfermo que pensaron iba a morir de manera inminente, pero el gato en lugar de quedarse salió de allí al instante y se fue a otra habitación a acompañar a otro paciente ante el asombro de las enfermeras que no veían un peligro de muerte en ese segundo paciente. Sin embargo el gato no se equivocó y a las pocas horas el segundo enfermo fallecía de manera súbita e inesperada mientras el primero siguió vivo.

De hecho, según el director del hospital, Óscar ha sido capaz de predecir sin equivocarse nunca la muerte de más de 50 pacientes en poco más de 4 años.

Hay quien intenta explicar este extraordinario comportamiento indicando que quizá el gato sea capaz de oler y reconocer de alguna manera las cetonas, un componente bioquímico que expelen las células cuando están muriendo, para otros más bien Óscar es como una especie de enviado celestial para dulcificar las últimas horas de los enfermos. Sea como fuere el hecho es que las cosas suceden así y el fenómeno se produce.

Churchill y su gato Jock.Y lo cierto es que Óscar no es el único que haya demostrado esa sensibilidad, tuvo por ejemplo un predecesor ilustre, ni más ni menos que el gato de Winston Churchill, gran amante de los gatos, quien estando enfermo en su casa en sus últimos días, mientras era atendido por los médicos estuvo en todo momento acompañado por su fiel felino «Jock». Tras una crisis, parecía según los galenos que Churchill se estabilizaba, pero sin embargo esa tarde el gato empezó a maullar lastimeramente sin parar intentando que le dejaran salir de la habitación, no parando hasta que le abrieron la puerta. Se fue de allí y ya no quiso volver a entrar. Unas horas después y en contra de lo esperado, Winston Churchill moría.

Sin saber exactamente cómo lo consiguen, parece que esa facultad de captar energía extrasensorial les otorgaría a los gatos además, la posibilidad de percibir y por tanto de interactuar con espíritus y fantasmas, tanto humanos como de otras especies.

Cuántas veces los que tenemos gatos en casa no nos hemos sorprendido por comportamientos extraños aparentemente inexplicables de nuestros mininos como cuando se quedan absortos contemplando algo que nosotros no llegamos a vislumbrar por mucho que nos empeñemos o mostrando cautela, miedo o incluso bufando o reaccionando con agresividad ante algo que nosotros tampoco somos capaces de ver.

Comportamientos de ese tipo no han sido extraños en casas o lugares que a la postre han resultado verse afectados por fenómenos paranormales diversos especialmente encantamientos o presencias, habiendo sido los felinos los primeros en detectar que algo no iba como debía en el entorno, mostrándose especialmente sensibles en las estancias o espacios concretos que se convertían en el epicentro de la fenomenología observada.

Es por esto que en algunas culturas al gato se le considera un protector o una barrera contra los espíritus malignos.

Incluso los propios animales han sido vistos como fantasmas. Uno de los primeros casos documentados con gatos como protagonistas fue recogido en su famoso libro Animal Ghosts, por Elliott O’Donnell, a quien dediqué una entrada en Misterio Animal (Ver: https://www.misterioanimal.com/elliott-odonnell/). Sucedió en 1900 en una elegante casa norteamericana en la que vivía junto con sus dos dueñas una bonita gata persa gris llamada “Kitty”.

La historia relata el extraño período de tiempo en el que la gata, que nunca había dado problema alguno, se volvió huraña, asustadiza e incluso violenta en ocasiones, para quedarse en otras absorta contemplando algún rincón durante horas, coincidiendo todo eso con las apariciones en cualquier estancia de la casa de un enigmático gato negro de aspecto fantasmal, que tan pronto se veía como desaparecía, sin que ninguna de las dueñas de la casa ni de quienes acudieron a observar llamados por las propietarias fueran capaces de determinar por donde podía entrar o salir de la casa, ni pudieran explicar cómo era capaz de aparecer o desaparecer tan súbitamente.

No fue hasta que, tan de improviso como surgieron, dejaron de producirse las visiones del gato negro, cuando la gatita Kitty volvió a recuperar su comportamiento normal.

Gato fantasma 1.También se han podido ver en ocasiones fotografías de presencias que bien pudieran ser fantasmas gatunos. Una que se hizo muy popular fue tomada en 1974, cuando el propietario de una bonita gata negra la observó un día ciertamente inquieta y en un momento dado decidió hacerle una foto en su salón. Cuando la reveló apareció el fantasma de un gato negro más pequeño a quien la gata contemplaba fijamente y que el hombre reconoció como un cachorro de la propia gata que había muerto anteriormente. Esta foto fue reproducida por todos los rincones con la popularización de Internet años después.

Gato fantasma 2.Es curiosa también la que muestro a continuación en blanco y negro, tomada en una fecha indeterminada parece que en la década de 1950 y en la que se ve a un niño con un gatito en sus brazos, mientras que se puede ver justo a la izquierda del minino, la cabecita de otro gatito fantasmal, quizá algún hermano de camada que no sobrevivió.

También podemos citar el ejemplo de la siguiente fotografía tomada a principios de la década de 1990 por una mujer en Atlanta que poseedora de varios gatos, tras la muerte de uno de sus favoritos no pudo dejar de observar que los restantes en ocasiones se mostraban reacios a acercarse a los platos de comida que les ponía en su patio trasero y se comportaban de una manera sumamente cautelosa como si estuvieran al acecho de algo que la mujer no podía ver.

Gato fantasma 3.Cuando hizo algunas fotos un día en que los veía especialmente nerviosos, logró captar la extraña imagen que podéis ver a un lado y en la que entre los gatos que comen bien parece apreciarse el posible fantasma de otro, que la señora reconoció sin dudar como el que acababa de morir.

La foto original, en carrete tradicional, fue analizada por un periodista local que no pareció advertir trazas de manipulación. Es bueno destacar también que la mujer, ya casi anciana, no poseía conocimientos de fotografía más allá de los necesarios para sacar una instantánea y que en aquella época hacer montajes con las fotos era un poco más complicado y precisaba de un cierto conocimiento técnico.

Hay también no pocos testimonios sobre gatos que parecen contactar con otro tipo de entidades o que son capaces de observar presencias extrañas como orbes o formas neblinosas. Por ejemplo en Misterio Animal he recogido sendos vídeos en los que parece suceder algo de ese estilo (Ver: https://www.misterioanimal.com/gatitos-y-orbes/ o también https://www.misterioanimal.com/gato-persigue-fantasma/).

Así que estad atentos la próxima vez que veáis a vuestros mininos quedarse mirando absortos un punto o acosando a presas invisibles o asustándose inesperadamente bufando y maullando entrecortadamente, quizá os estén diciendo que no estáis solos.

Lo que no cabe duda es que el gato, nuestro enigmático amigo felino, reúne tantas características asombrosas que no ha dejado de fascinarnos y seguirá haciéndolo mientras vamos desvelando todos sus secretos, si es que podemos conseguirlo alguna vez.

Y es que ahora estamos seguros de que a diferencia de lo que se pensaba en el pasado, el perro no es el único animal de compañía con el que el hombre puede crear unos vínculos realmente fuertes y especiales, tal como veremos en la próxima entrada de Misterio Animal que servirá para complementar esta y en la que hablaré de otro término acuñado por los especialistas para englobar otra serie de comportamientos que inciden en esa relación del gato con sus dueños humanos por medio de cauces extrasensoriales: El “Psi Trailing”.

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