Buceando un poco en los libros de historia, encontraremos referencias a un explorador, científico aficionado y militar que también se dedicó a la política. Hablo del francés Étienne de Flacourt (1607-1660).

Alcanzó la graduación de Almirante y llego a ser durante siete años gobernador de la isla de Madagascar, por entonces provincia de ultramar francesa gestionada por la Compañie Françoise de L’Orient.

Lo interesante para nosotros viene a ocurrir en el año 1658, cuando estando ya de regreso en Francia publica un libro con sus vivencias en tierras africanas, que tuvo bastante repercusión en su época y que tituló “Histoire de la gran isle, Madagascar”.

Étienne de Flacourt.Libro Flacourt.De hecho, un año después de su muerte, en 1661, se publicó una segunda edición aumentada con notas y datos que el autor tenía pero no publicó en la primera edición, que contenía vivencias escritas hasta 1655, año en el que abandonó Madagascar. Se añadió así información que el autor dejó escrita después, hasta 1657. De esa segunda edición, podéis ver la portada junto a estas líneas.

La obra es un exhaustivo repaso a los hitos geográficos, biológicos y hasta costumbristas de la isla de Madagascar y centrándonos en los datos biológicos, describe con un asombroso despliegue de datos las variadas y exclusivas especies que pudo estudiar durante su estancia y que tan diferentes eran a lo conocido en Europa.

Y entre esas especies, se encontraba una que no puede dejar de llamarnos la atención y que de hecho no pasó desapercibida para los científicos europeos, que si bien ya tenían referencias de la casi totalidad de especies descritas por Flacourt, no dejaron de percibir sin embargo que una de ellas no cuadraba.

Según la descripción que el propio autor francés ofrecía en su libro, tendríamos que habla de un «…animal tan grande como un becerro de dos años, con una cabeza redonda y una cara de hombre, las patas delanteras son como las de un mono y también los pies posteriores. Tiene el pelo rizado, cola corta y orejas como las de un hombre…”.

Este extraño animal con aspecto de primate respondería al nombre francés de “Trétrétrétré”, o, tomado del inglés, “Tratratratra”, nombre generalizado para esta criatura en el resto de Occidente.

Sigue contando que sus hábitos son de tipo nocturno y parece que es un animal sumamente tímido y esquivo, especialmente con los humanos, quienes curiosamente también lo rehúyen pues le creen más peligroso de lo que realmente es.

Teniendo Madagascar el tipo de fauna que tiene, no es raro pensar que Flacourt está describiendo algún tipo de lémur, grupo especialmente representado en la isla. Sin embargo, el desmesurado tamaño que le otorga nos hace ver que no encaja con la descripción de ninguno de los habituales.

En realidad, ese animal era conocido de mucho tiempo atrás por los habitantes indígenas de la isla y se consideraba poco menos que un mito local. Por ello en Europa obviaron esa parte de los datos del explorador francés y la pasaron directamente a la categoría de leyendas, convirtiendo así al bueno del Tratratratra en un críptido de tomo y lomo, puesto que también es cierto que Flacourt no aportaba datos identificativos irrefutables como restos orgánicos o algún ejemplar vivo.

André Thévet. Libro Thévet.En este punto es curioso destacar que poco menos de 100 años antes, concretamente en 1575, un fraile franciscano y viajero empedernido, André Thévet (1516-1590), escribió un libro con hechuras de gran compendio, célebre en su época y llamado “Cosmographie Universelle”. Y es curioso porque en uno de sus capítulos describe una criatura tremendamente similar que le fue llevada, estando su expedición por la ribera del Mar Rojo, por unos nativos de una tierra sin especificar pero que algunos estudiosos creen que pudiera ser precisamente Madagascar.

Sin embargo, dado que no pudo trasladar dicha criatura de vuelta a Europa, esa parte de sus conocimientos recibió el mismo tratamiento por parte de los canales oficialistas que el que dispensaron a Flacourt casi un siglo después, a pesar de que ciertamente ambos relatos resultaban bastante coincidentes.

Por tanto, la existencia del tratratratra se mantuvo en los terrenos del misterio y los mitos durante los siguientes siglos. Sin embargo, a principios del XX los paleontólogos y biólogos que realizaban trabajos en diversas áreas de Madagascar empezaron a hallar y desenterrar restos fósiles de animales que evidenciaban ser antecesores o parientes de los modernos lémures, pero de un tamaño considerablemente superior.

Cuando en base a los restos encontrados se realizaron las primeras interpretaciones del aspecto que hubieran podido tener esos animales hasta entonces desconocidos resultó que recordaban en gran medida a las descripciones del mítico tratratratra que en su día hicieron tanto André Thévet como Étienne de Flacourt.

Pero lo más sorprendente es que a medida que se iban encontrando y clasificando restos con el paso de los años, se pudo determinar que alguna vez hubo no una sino como mínimo tres especies de lémures gigantes en aquellas tierras.

Paleoprophitecus Ingens.El primero en ser descrito fue el que la ciencia denominó Palaeopropithecus Ingens, más grande que un chimpancé, de costumbres arborícolas y que hubiera podido ser perfectamente el tratratratra, de no ser porque quedó claro que su hocico era muy prominente, cosa que no cuadraba con la cara de aspecto humano que era característica de este último.

Hadropithecus Stenognathus.Sin embargo un tiempo después ya hubo material suficiente para poder diferenciar una segunda especie, la del Hadropithecus Stenognathus, cuyo rostro si presentaba unas facciones más achatadas que recordaban a las humanas y que por tanto encajaba mejor como aspirante a ser el mítico críptido.

También se diferenció otra especie, el Megaladapis Edwarsi, con un aspecto que hubiera podido venir de un hipotético cruce de un lémur con un perezoso y con un tamaño, al igual que las anteriores, desmesuradamente grande en comparación son sus descendientes actuales.

Megaladapis Edwarsi.E incluso se pudo describir un género, el del Archaeolemur, también con especies gigantes si bien en general de un tamaño algo menor que las tres anteriores, pero en cualquier caso seguían siendo más grandes que las actuales.

Es curioso destacar también que por la datación de los huesos se pudo determinar que algunos ejemplares gigantes pudieron haber vivido incluso durante el principio del siglo XVI, siendo por tanto relativamente recientes y pudiendo de esta forma haber existido todavía en los tiempos en que fueron descritos en los libros que citaba al principio.

Sin embargo esas grandes especies no pudieron subsistir mucho más ante el avance de los colonizadores europeos, dada su escasa capacidad de defensa y ocultación contra los recién llegados, extinguiéndose en muy poco tiempo.

No obstante, de vez en cuando surgieron relatos de personas que en lo más intrincado de la jungla malgache decían haberse encontrado con animales gigantes. Uno de los últimos testimonios en este sentido data de una fecha tan relativamente cercana en el tiempo como 1930, año en el que un cultivador francés se dio de bruces con un ser de gran tamaño mezcla de lémur y gorila que lo miraba tranquilamente sentado en una roca. Este caso fue recogido por la naturalista Jane Wilson en su libro “Lemurs of the Lost World”

Hay también leyendas de habitantes nativos de la zona que han ido pasando de generación en generación y que aparte de seguir afirmando que el tratratratra se sigue ocultando en los bosques añaden un pariente supuestamente también vivo e igual de esquivo al que llaman “Tokandia” y que en este caso sería como un cruce de lémur y koala en tamaño gigante. Si nos fijáramos en los fósiles, en este caso el posible candidato podría ser el Megaladapis.

Todavía más, en algunas remotas aldeas costeras, se habla de un animal similar al que denominan “Kidoky” y sobre el que algunas fuentes dicen se trata del mismo tokandia con otra denominación local. Sin embargo hay quien cree se trata de otro animal diferente, por lo que se debería añadir por sí mismo a los supuestos críptidos de la isla.

Desde luego la imponente Madagascar, a pesar del notable deterioro en su medio natural que la huella del hombre ha provocado, sigue disponiendo de territorios casi inexplorados en los que bien podrían haber sobrevivido o bien podrían existir, algunos animales que hoy en día catalogamos como imposibles y que permanecen por tanto bajo el ámbito de la Criptozoología, aunque en un futuro podría no ser así.

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