NYPL.Puede que el título de esta entrada os resulte algo desconcertante, pero sin embargo de eso trata.

De globos, sí, en concreto de globos terráqueos y de una curiosa historia que los une nada menos que a los dragones.

Para comenzar el relato debemos trasladarnos hasta la Biblioteca Pública de Nueva York. Allí entre sus impresionantes colecciones se encuentra una antigüedad de valor incalculable.

Se trata del globo terráqueo conocido como Hunt-Lenox Globe. Esta pequeña maravilla está realizada en cobre y se considera el globo más cercano en el tiempo al descubrimiento de América en 1492.

Se piensa que fue realizado por un artista desconocido en torno a 1510 y tiene un tamaño de unos 13 centímetros de diámetro, en los que se refleja una maravillosa cartografía finamente tallada en el cobre.

Cartografía que tampoco está nada claro cómo la obtuvo o conoció el autor, si bien se considera de las más avanzadas para la época de la datación, con un gran nivel de detalle.

Presenta también la esfera dos perforaciones en los puntos polares, por lo que se sugiere que pudo estar en origen atravesado de Norte a Sur por una varilla, formando parte de algún tipo de reloj astronómico o conjunto mayor del que no hay otros indicios.

Uno de los puntos extraordinarios del globo es que podemos ver una de las primeras representaciones conocidas del mapa americano, si bien en realidad únicamente aparece América del Sur, representada como una gran isla con las inscripciones latinas “Mondus Novus” (Nuevo Mundo), “Terrae Sanctae Crucis” (Tierra de la Santa Cruz) y “Terra de Brasil” (Tierra de Brasil), dividiendo la zona en amplias regiones.

Hunt-Lenox Globe.También podemos reconocer a Cuba, con la inscripcón “oe Isabel”, mientras que la Española, isla en la que se encuentran la República Dominicana y Haití, aparece como “oe Spagnolla”.

América del Norte aparece por arriba, pero tan solo como un conjunto de islas dispersas de diverso tamaño.

En cuanto a la historia del globo, parece ser que el arquitecto Richard Morris Hunt, que trabajaba para la biblioteca Lenox, perteneciente al coleccionista y mecenas James Lenox, encontró por casualidad el globo en un viaje a Francia y entendiendo rápidamente que había dado con algo inusual, lo compró de inmediato, llevándolo a América en 1855. Obviamente. Estas dos personas, Hunt y Lenox, fueron las que dieron su nombre al globo.

Figuró en la colección de este último unos años, hasta que finalmente pasó a los fondos de la Biblioteca Pública de Nueva York, que en 1937 diseñó una esfera armilar complementaria con su soporte, para montar el globo. Este montaje es el que se conserva en la actualidad y el que se puede ver en la División de Libros Raros.

Ahora bien, encontrándonos de por sí ante una antigüedad extraordinaria, ¿Qué relación existe para poder comprender el título que daba a la entrada?

Pues, lo reseñable por no decir increíble, es una de las inscripciones que figura en la esfera, en concreto en la zona que aproximadamente correspondería a Indonesia.

Es una inscripción que nos llena de sorpresa pues dice ni más ni menos que “Hic Sunt Dracones”, es decir “Aquí hay dragones”. Y lo dice con la misma precisión y naturalidad con las que se identifican el resto de zonas en el mapa.

Detalle Globo.Dragón de Komodo.Junto a estas líneas podéis ver un detalle con la enigmática inscripción, que a todos los estudiosos dejó boquiabiertos, pues no se conocía ningún otro mapa antiguo en el que apareciera un dato similar.

Se piensa que tal vez, lejos de ser una broma o fantasía, la inscripción si pudiera reflejar una realidad, toda vez que se sitúa en lo que vendría a ser la zona de Indonesia, hogar del famoso Dragón de Komodo (Varanus Komodoensis).

Por lo que, a pesar de la datación del globo, algunos especialistas consideran que la existencia de esos reptiles era por tanto conocida ya entre los europeos, que sin duda y mucho más todavía en aquellos tiempos lejanos los consideraron como auténticos dragones de carne y hueso, en el sentido tradicional del término.

Hay incluso otras teorías que consideran que efectivamente pudiera haber por allí algún animal desconocido aún más fabuloso y del que los actuales dragones de Komodo sean unos descendientes o una evolución.

En cualquier caso, la inscripción refleja fríamente lo que para el creador del globo era una realidad, que añadió con la misma naturalidad que el resto de datos. Sin embargo para nosotros tiene el efecto de multiplicar el misterio que representa el Hunt-Lenox.

Es claro pues que podríamos decir que es un ejemplar único, sin embargo y por increíble que parezca, al menos en lo que a la frase de los dragones se refiere, podemos encontrar otra referencia todavía más misteriosa.

De hecho este nuevo objeto no salió a la luz pública hasta 2013. Y se trata de otro globo terráqueo, sí, pero esta vez tallado sobre ¡Un huevo de avestruz!

La historia de este segundo mapa es bastante rocambolesca y no exenta de polémica. Al parecer un conocido coleccionista de cartografía llamado Stefaan Missine, lo adquirió en una feria de cartografía antigua, La London Map Fair, en 2012.

Estuvo durante un año estudiando el huevo hasta darlo a conocer en un artículo con todas sus pesquisas que publicó en “Portolan”, la revista de la Washington Map Society.

Globo Huevo.Según contaba en el artículo, había estado intentando seguir la pista al huevo desde el punto de origen de su compra, pero solo pudo saber que estuvo en una gran colección privada de arte y luego pasó por varias familias desde la Segunda Guerra Mundial, pero de las que fue imposible conocer más datos.

Sin embargo, ante la publicación, algunos expertos como John W. Hessler, de la famosa Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, opinan que en realidad Stefaan Missine había sido siempre el propietario del huevo y la historia de las pistas perdidas tan solo era un recurso para dar más misterio e interés a sus descubrimientos.

No obstante, independientemente de la propiedad del objeto, lo que estaba claro es que los aspectos técnicos eran ciertos.

Missine consultó con expertos biólogos y científicos incluidos radiólogos, para conocer la posible datación del huevo. Y a través de exhaustivos análisis de la pérdida de masa calcárea de la cáscara producida por el envejecimiento, se pudo medir que el origen del huevo podría determinarse en el año 1504.

Es cierto también que algunos otros consideran que aunque efectivamente el huevo en sí mismo date de esa fecha, no se puede demostrar al cien por cien que el tallado no se hubiera realizado en realidad en años posteriores o incluso mucho más recientes.

Entre esos dimes y diretes, se piensa que las fechas podrían cuadrar con el supuesto origen inicial italiano del huevo, teniendo en cuenta que una de las extravagancias que algunas familias pudientes de la época se permitían, era tener avestruces en sus jardines, como aporte exótico.

Y es que esas investigaciones de Missine, apuntaban algo así y por tanto que el huevo de avestruz pudiera haber sido un material al alcance del artista, aunque no fuera para nada un material utilizado habitualmente. Incluso llegaba a relacionar el huevo con discípulos de Leonardo Da Vinci.

Hunt-Lenox.Pero, independientemente de su misteriosa historia, ¿Qué podemos ver en esos mapas? Pues curiosamente, son increíblemente parecidos a lo que figuran en el Hunt-Lenox.

Tanto es así que podría pensarse que son del mismo autor, porque incluso aparece también aquí y por la misma zona geográfica la enigmática frase que ya vimos: “Hic Sunt Dracones”.

Si nos atuviéramos a la datación del huevo y asumimos que los grabados tienen la misma antigüedad, de hecho estaríamos ante el globo más antiguo en representar América, tomando la delantera al Hunt-Lenox, que incluso podría haber sido realizado como una copia del huevo.

Pero claro, eso no está comprobado al cien por cien. Cabe incluso que el mismo autor hubiera hecho los dos en distintos lugares y años y con distintos materiales, pero por supuesto entonces quedaría clara la coincidencia de datos pues sería la misma fuente en ambos casos.

Sea como fuere, lo cierto es que desde su antigüedad esos dos globos nos hablan y son los únicos existentes, que se sepa, que incluyen entre sus datos geográficos esa referencia inequívoca a los dragones y que nos trasladan a una lejana época donde los misterios estaban a la orden del día.

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