Seguro que todos habéis oído hablar de aquel dicho popular que dice lo de “Correr como pollo sin cabeza”.

Al igual que tantos dichos y refranes populares, este también tiene su origen en hechos ciertos, pues como en más de una ocasión han podido atestiguar a lo largo de la historia muchos granjeros cuando mataban algún pollo para alimentarse, en determinadas ocasiones algo así sucede.

En efecto, en el momento en el que se corta la cabeza al pollo para matarlo obviamente la decapitación desconecta el cerebro del resto del cuerpo, pero sin embargo, durante un mínimo período, los circuitos neuronales de la médula espinal contienen todavía algo de oxígeno residual, lo que puede producir que sigan funcionando de forma espontánea.

Es entonces cuando uno de sus efectos suele ser el movimiento del sistema locomotor, lo que hace que el pollo, descabezado, comience a andar y correr, por supuesto sin mucho control.

Es lógicamente un fenómeno que no dura demasiado y que como mucho puede producirse por un período de entre diez a quince minutos, siendo la mayoría de las veces que ocurre por un tiempo menor.

Pero a veces las cosas pueden llegar a límites insospechados y del todo increíbles como sucedió en 1945 en la localidad de Fruita, dentro del condado de Mesa, en el norteamericano estado de Colorado. Allí vivió, “murió” y volvió a vivir  nuestro protagonista: el pollo “Mike”.

El matrimonio Olsen.El bueno de Mike había sido un pollo más en la granja de los Olsen, Lloyd y su mujer Clara, hasta que el 10 de septiembre de 1945, tuvo la mala fortuna de ser elegido junto con otros compañeros para ser llevados al mercado.

Ese día, el señor Olsen se estaba encargando de dar muerte a las aves mientras su mujer los desplumaba y limpiaba. Inesperadamente uno de los animales no se resignó a morir sin más y cuando Lloyd lo echó al cesto una vez decapitado, se levantó y salió corriendo.

No era una cosa excepcional, así que el señor Olsen se concentró en su tarea sin darle tampoco excesiva importancia y pensando en recoger posteriormente el cadáver del pollo fugitivo cuando terminara.

Pero al ir a buscarlo tras concluir de ayudar a su mujer, se dio cuenta de que esta vez sí estaba pasando algo fuera de lo normal, pues aquel pollo seguía corriendo por su granja, cuando según su experiencia debería estar ya más que muerto hacía un buen rato.

Incrédulo, consiguió atraparlo con una vieja caja de madera y sin saber muy bien qué hacer lo dejó ahí dentro esa noche.

Mike.A la mañana siguiente se acercó a la caja convencido de que lo que había vivido el día anterior era poco menos que un sueño, mas al levantar la caja quedó por completo descolocado ya que el pollo arrancó a correr ante la pasmosa sorpresa del señor Olsen.

Dado que tampoco su mujer podía creer lo que veía, optaron por llevar también al animal al mercado. Ni que decir tiene que se organizó un gran revuelo en su puesto y pronto la noticia del pollo viviente sin cabeza de los Olsen corrió por todo el pueblo.

Cada vez que aparecía un forastero, el granjero no podía evitar apostarse con él unas cervezas a que tenía un pollo sin cabeza vivito y coleando, apuestas que obviamente le reportaron una buena tanda de cervezas sin coste.

Tanto se extendió la historia que al final el periódico local envío a uno de sus reporteros a cubrir la notica y eso ya hizo que toda la región quisiera contemplar el increíble pollo.

Por entonces, los Olsen, no se sabe bien si por cariño o por curiosidad, habían diseñado una rutina para mantener en buen estado, si exceptuamos su falta de cabeza, claro está, a Mike, como ya le habían bautizado.

Alimentado a Mike.Se dieron cuenta de que podían alimentarlo con una papilla de grano semilíquido y agua que le suministraban con un gotero directamente hacia su esófago. Además, con una jeringa le limpiaban el tracto y la garganta de moco y otras impurezas para evitar que se ahogara. De esta forma lo mantenían y el pollo parecía estar bien y de hecho aumentó de peso.

Mientras seguían enseñándolo a todo el que se lo pedía y todo ese revuelo se iba a ver exponencialmente aumentado unas semanas después, cuando desde Salt Lake City, en el vecino estado de Utah, se presentó por Fruita un promotor de espectáculos llamado Hope Wade, que propuso a los Olsen incorporar su maravilloso pollo, que por entonces seguía igual de vivo, a su circuito de ferias con la promesa de ganar un buen dinero. Los granjeros, que no estaban en su mejor momento económico, decidieron aceptar la propuesta.

Para empezar viajaron a la propia Salt Lake City, donde recalaron en la universidad con el fin de que los científicos pudieran echar un vistazo al pasmoso animal.

Allí despertaron la atención de la prestigiosa revista “Life Magazine” que les dedicó un gran artículo en el que descubrían el increíble caso de “El milagroso pollo sin cabeza” nombre con el que el señor Wade bautizó al espectáculo que creó para mostrar a Mike.

Artículo Mike.Tras esto, todos partieron de gira por los Estados Unidos, empezando por California y Arizona. Incluso, coincidiendo con la recogida de su cosecha, los Olsen dejaron a Mike a Hope Wide, que se lo llevó para continuar la gira por los estados del Sureste.

Su popularidad se había hecho todavía más creciente, pero no siempre exenta de polémica, pues en algunas de las localidades por donde pasaban les recibía algún comité de vecinos que intentaba que la gente del pueblo no entrara a ver el espectáculo pues consideraban que un pollo como ese era algo antinatural y por tanto debía estar inspirado por fuerzas diabólicas.

Pero en general eran bien recibidos y tras la vuelta del señor Wide, todos se volvieron a embarcar un tiempo después en una segunda gira que iniciaron en Phoenix, Arizona, lugar donde desgraciadamente también terminaría.

Por entonces estaba recién iniciada la primavera de 1947 y el increíble Mike llevaba vivo sin cabeza la friolera de casi año y medio.

Sin embargo, una de las noches, cuando estaban durmiendo en su hotel, el matrimonio Olsen despertó sobresaltado por los ruidos guturales que emitía el pollo. Dándose cuenta de que parecía estar ahogándose, fueron a coger la jeringa que usaban para limpiarle, pero lamentablemente no la encontraron y cayeron en la cuenta que la habían dejado olvidada en las instalaciones de la feria.

Mike en su granja.No tuvieron tiempo de encontrar alguna alternativa entre lo que tenían a mano y el pobre Mike abandonó definitivamente el mundo de los vivos.

Tras la pérdida, los Olsen volvieron a su vida normal y continuaron con su granja hasta el fin de sus días. Se dice que intentaron repetir el caso de su increíble pollo, pero a pesar de sus intentos lo cierto es que nunca más volvieron a tener un pollo como Mike.

¿Y qué explicaciones se dieron para tal suceso tan absolutamente fuera de lo normal por su duración?

Bueno, quizá es ahora en época moderna cuando se ha podido establecer de una manera más fiable como pudieron suceder tales hechos que como cabría esperar se corresponden con una cadena de casualidades que no eran fácilmente repetibles.

Estatua Mike.Para empezar hay que reseñar que en un pollo la mayor y más funcional parte del cerebro está concentrada en la parte trasera del cráneo, después hay que añadir que cuando el señor Olsen asestó el corte fatal no lo hizo limpiamente, cortándole el pico, la cara, los ojos y una oreja, además, debió producirse en el momento algún coágulo espontáneo que tapo el corte evitando que el pollo se desangrara.

Todo eso combinado permitió que según se estima, hasta el 80% de la capacidad cerebral siguieran indemne, incluyendo las partes que controlan funciones como el corazón, la respiración, la locomoción o la digestión.

Y fue toda esa combinación de piezas, más los cuidados que le suministraron los Olsen, alimentándole y limpiándole, lo que dio forma al puzzle y permitió que tuviera lugar la extraordinaria historia de Mike, el pollo que vivió sin cabeza un año y medio.

Su historia forma parte de la memoria colectiva de su pueblo, Fruita, donde existe incluso una estatua en su recuerdo.

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