Caimanes bebés.Aunque parezca una cosa realmente extraordinaria, la verdad es que los relatos hablando de seres vivos cayendo del cielo durante la lluvia o hasta de cielos despejados, son tan viejos como la misma historia y no en todas las ocasiones han podido ser explicados de manera definitiva.

En general, cuando nos encontramos ante uno de estos sucesos, la mayoría de las informaciones describen lluvias de animales pequeños (Ranas, peces, insectos), pero a veces caen criaturas más grandes aparentemente de la nada. Por ejemplo, en los casos que hoy nos ocupan, nada menos que caimanes.

El 26 de diciembre de 1877, una noticia bastante fuera de las habituales fue publicada por el famoso The New York Times, según la cual El Dr. J. L. Smith, de la localidad de Silverton Township, en Carolina del Sur, mientras estaba ocupado trabajando en una nueva explotación de trementina, advirtió que algo caía al suelo y empezaba a arrastrarse hacia la tienda donde estaba él sentado.

Al acercarse a examinar aquello, vio para su sorpresa que se trataba de un caimán vivo. Al cabo de unos momentos, vio caer otro unos metros más allá.

Esto despertó la curiosidad del doctor, que miró a su alrededor por si podía descubrir alguno más, y pudo encontrar otros seis en el espacio de doscientos metros. Todos los animales estaban vivos y tenían unos treinta centímetros de largo. El lugar donde cayeron está situado en tierras altas y arenosas, diez kilómetros al norte del río Savannah.

Años después, el 21 de Mayo de 1911, mientras la señora Winchell se disponía a entrar en su casa en Evansville, Indiana, pudo darse cuenta bajo la lluvia de que algo extraño había caído casi a sus pies desde el cielo, cuando se fijó mejor pudo constatar que se trataba de un caimán vivo de unos 40 centímetros. Asustada llamó a unos vecinos que lo mataron con una pala.

Libro.Todavía más extraña fue la historia publicada en 1957 dentro del libro «Ships in the Sky», escrito por John Toland, quien refirió el caso del dirigible Macon, de la Marina de los EE.UU. En 1934, el Macon había participado en unas maniobras en el Caribe y emprendido el viaje de regreso. Al entrar en el cielo de California, en la tarde del 17 de mayo, el comandante, Robert Davis, oyó un fuerte chapoteo sobre su cabeza, en una de las bolsas de lastre.

Preocupado, al aumentar el ruido, subió a ver lo que pasaba, abrió la bolsa de lastre y miró en su interior. Nadando nervioso, había allí un caimán de setenta centímetros de largo.

USS Macon.Al principio el capitán pensó que alguien de su tripulación había querido gastarle una broma pesada. Pero tras hablar con todos se convenció pronto de que ese no era el caso. En realidad nadie tenía ni la más remota idea de cómo había ido a parar allí el reptil ni de dónde podía venir.

Llevaban ya varios días surcando los cielos y parecía poco probable por no decir imposible, que la grande y ruidosa criatura hubiese estado con ellos todo el tiempo, sin que nadie se percatara de su presencia. Además, Davis, hombre inquieto y meticuloso por naturaleza, había estado dando vueltas por la aeronave desde el momento de su partida comprobando todos los puntos y seguro que algo tan fuera de lo corriente como un caimán no hubiera escapado a su vista.

La única explicación posible a la que pudieron llegar, aunque no tenía mucho sentido, era que el reptil había caído en la bolsa de lastre desde arriba.

Caimán.Y todavía hay otra historia más, referida por Mr. y Mrs. Trucker, de Long Beach, California, quienes oyeron un fuerte golpe en el jardín de atrás de su casa en 1960. Inmediatamente después escucharon un fuerte gruñido.

Cuando salieron, se quedaron perplejos al ver un caimán de 1,65 metros de largo. Sólo pudieron sacar la conclusión de que había caído del cielo.

Así que será cuestión de echar una miradita discreta hacia arriba la próxima vez que nos sorprenda la lluvia, no vaya a ser que nos traiga alguna sorpresa inesperada.

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