Todos hemos oído hablar de mil y un casos de personas poseídas. Ciertamente a lo largo de la Historia no han faltado casos espectaculares que en principio se documentaban mediante libros y escritos y en nuestra era moderna también mediante medios audiovisuales.

Hoy en día incluso tenemos largometrajes comerciales de éxito basados en casos reales, de los que seguro que la mayoría seríais capaces de nombrar un par de ellos y recordar el miedo que pasasteis durante la película.

En la misma línea están los casos que afectan no ya a los seres humanos sino a los inanimados. Muñecas, objetos de adorno, pinturas, incluso casas enteras, han sido también protagonistas de historias espeluznantes.

Pero sin embargo, menos conocido es que también los animales han tenido sus más y sus menos con los demonios, encontrándose registros de historias de posesiones en animales desde la Edad Media y habiéndose registrado diferentes posibles casos incluso en nuestra época.

En efecto, los animales también pueden ser víctimas de una posesión demoníaca con terribles resultados pues los que anteriormente fueron nuestros compañeros pasaban a convertirse en monstruos infernales con sus comportamientos habituales totalmente trastocados y con el único fin, al parecer, de hacernos daño.

Pues según se admite ese sería el propósito principal de las entidades demoníacas que poseen a un animal, utilizarlo no como fin sino como medio para llegar a dañar a algún ser humano, al que quizá no pudieron poseer directamente.

Las implicaciones de estas posesiones podrían dar pie a otro debate realmente interesante, porque ese hecho de la posesión vendría a indicar que los animales tienen alma o espíritu, al igual que nosotros. Otra teoría es que no sería estrictamente necesario y bastarían simplemente la mayor precisión y alcance de sus sentidos para poder sintonizar con el mundo paranormal y en este caso con la energía demoníaca, poniéndose por tanto a su alcance.

Pero también eso les serviría para poder huir de ella al ser capaces de detectarla antes. Cuántos dueños de animales domésticos no se han visto sorprendidos en alguna ocasión con algún comportamiento extraño de su amigo animal que huye o se muestra a la defensiva de improviso ante algo que nosotros ni vemos ni somos capaces de detectar.

Ed y Lorraine Warren.Algunos famosos investigadores de lo paranormal se han ocupado de documentar algunos casos sonoros. Es el caso del matrimonio norteamericano formado por Ed y Lorraine Warren, quizá el más célebre matrimonio de investigadores durante décadas (Ed ya murió en 2006 pero Lorraine sigue viviendo).

Aquí en España llegaron más al conocimiento del gran público gracias a dos largometrajes de terror que en parte se basaban en sus vivencias: “El Conjuro”, en el que se habla de uno de sus casos más espectaculares y “Annabelle”, donde conocemos a la estrella del increíble museo de objetos malditos que han ido consiguiendo, la muñeca del mismo nombre.

Sería extenso reseñar el currículum del matrimonio, pero para los curiosos que no los conocieran os dejo el enlace a su web oficial: www.warrens.net.

Ellos se ocuparon de investigar, por ejemplo, lo sucedido a una mujer que siempre quiso conservar el anonimato, con un gato de su propiedad.

Gato.Según cuentan, la buena señora compró el gato para que le hiciera compañía, pero lo que la mujer desconocía es que ese animal había sido utilizado previamente para hacer magia negra.

Ella siempre notó algunos rasgos raros en el minino, pero no obstante lo empezó a cuidar con cariño, hasta que una noche mientras dormía fue despertada de improviso por unos sonidos guturales aterradores.

Cuál no sería su miedo cuando pudo darse cuenta de que el emisor de tales sonidos no era otro que su gato, que estaba encima de su pecho con el pelo completamente erizado, las orejas echadas para atrás y los colmillos amenazadores abiertos. Aunque no obstante lo más aterrador no fue eso, sino la negra sombra que se cernía flotando en torno al felino, de origen decididamente paranormal.

Ante eso, la reacción de la mujer fue ponerse a rezar con fuerza pidiendo la protección del Señor. Al parecer funcionó, pues en un minuto el gato saltó por la ventana entreabierta como alma que lleva el diablo y no le volvió a ver nunca más.

En otra ocasión los Warren se ocuparon de investigar un caso sucedido esta vez con un perro como protagonista en el estado de Connecticut.

Allí un can que siempre había sido bueno y cariñoso con sus dueños, se había convertido de la noche a la mañana en una mala bestia babeante y de ojos negros como un abismo, mostrando una agresividad y fuerza absolutamente fuera de lo normal.

Perro.Los veterinarios locales se habían visto incapaces de hacer ningún diagnóstico que pudiera explicar esos síntomas, por lo que al final y tras hablar con el párroco local, decidieron practicar un exorcismo al animal.

Según contaron los que estuvieron en ese momento el espectáculo fue aterrador, con el perro gruñendo y saltando amenazadoramente, estremeciéndose como si tuviera epilepsia y emitiendo todo el rato unos gemidos que daban pavor. Sin embargo, tras un último espeluznante quejido, el animal quedó en calma y dormido. Tras despertar unas horas después, volvió a ser el de siempre y nunca hubo ningún incidente más.

También fue investigado otro caso en Nueva York, en el que esta vez estaba involucrado un caballo. Allí en unos establos locales, un grupo de jóvenes al parecer aprovechaban las instalaciones para reunirse a realizar ceremonias de tipo satánico con el aparente resultado de que uno de los caballos resultó poseído por alguna entidad demoníaca.

El animal se usaba para dar clases de equitación y hasta el momento nunca había mostrado ningún comportamiento extraño, pero una mañana cuando lo montaba una de las alumnas habituales, de 9 años de edad, de repente se puso a galopar como loco, hasta que tiró a la niña al suelo. No contento con ello se encabritó echando espuma por la boca mientras intentaba pisar a la pequeña.

Afortunadamente, el instructor que les había seguido de cerca en otro caballo, logró hacerse con el animal no sin esfuerzos y lo pudieron devolver al establo.

Pero resultó evidente que el caballo no iba a permitir que nadie más lo montara mostrándose increíblemente agresivo hasta con sus cuidadores. Por su parte los veterinarios fueron incapaces una vez más de localizar ninguna dolencia que explicara tal cambio de comportamiento. Todo continuó igual una temporada hasta que llegaron a oídos de una vecina las prácticas que los jóvenes habían realizado a escondidas en las instalaciones. La mujer habló con los dueños del establo y siguiendo su consejo éstos decidieron poner el caso en manos de la iglesia local, donde les plantearon la posibilidad de realizar un exorcismo al equino.

Así se hizo finalmente con el mismo resultado que en el caso del perro, pues el caballo volvió a ser el mismo animal amable que era.

Sirvan estas historias como muestras de lo que puede suceder cuando los demonios rondan nuestros animales. En la próxima entrada daré algunas pistas para poder saber si estamos en presencia de un posible caso de posesión cuando estemos frente a uno de nuestros animales o de los de algún conocido.

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